Nuestra organización

Nestor Makhnó


Los tiempos por los que atraviesa la clase obrera mundial actualmente, requieren que los anarquistas revolucionarios esfuercen su imaginación y sus energías al máximo, si es que quieren aclarar algunas de las cuestiones de mayor importancia.

Aquellos entre nuestros camaradas que jugaron un rol activo en la Revolución Rusa y que han mantenido la fe en sus convicciones se habrán percatado del daño que la ausencia de una organización sólida ha traido a nuestro movimiento. Aquellos camaradas están en buena posición para dar un servicio particular en la búsqueda de la unión que actualmente se lleva a cabo. Para aquellos camaradas, me imagino, no ha pasado inadvertido que el anarquismo fue un factor insurreccional entre las masas de explotados revolucionarios en Rusia y en Ucrania: les incitó en todas partes a unirse a la lucha. Sin embargo, la ausencia de una gran organización específicamente anarquista, capaz de amalgamar sus recursos en contra de los enemigos de la revolución, les volvió impotentes para asumir cualquier rol organizativo. El arrojo libertario en la revolución ha sufrido las terribles consecuencias de esto.

Si han captado tal deficiencia, los anarquistas rusos y ucranianos no deben permitir que tal fenómeno se repita. La lección del pasado es demasiado dolorosa y, teniéndola en mente, debieran ser los primeros en enseñar con el ejemplo, mediante la cohesión de sus fuerzas. ?Cómo? Formando una organización que pueda cumplir las misiones del anarquismo, no sólo cuando la revolución social esté germinando, sino que posteriormente a ella. Tal organización debiera unir a todas las fuerzas del anarquismo revolucionario y, sin vacilaciones, lanzarse a preparar a las masas para la revolución social y la lucha para lograr la sociedad anarquista.

Pese a que la mayoría de nosotros estamos bien percatados de la necesidad de tal organización, es lamentable que debamos señalar que es tan sólo un reducido número el que está preparado para tratar este asunto con el compromiso y la constancia que son indispensables.

En estos momentos, los eventos van acelerando el paso en Europa como un todo, lo que incluye a Rusia, pese a estar atrapada en las redes de los Pan-Bolcheviques. No está lejos el día en que seamos llamados nuevamente a tomar parte activa en estos eventos. Si respondemos a esta llamada, nuevamente, sin primero habernos equipado de una organización adecuada, aún seremos impotentes de evitar que los eventos sean succionados por la vorágine de los sistemas estatistas.

Dondequiera que se encuentre vida humana, el anarquismo asume existencia concreta. Por otra parte, éste se vuelve accesible a los individuos sólo donde éste goza de propagandistas y militantes, que han honesta y enteramente cortado sus conexiones con la mentalidad de esclavitud de nuestra época, algo que, por lo demás, atrae una salvaje persecusión sobre sus cabezas. Tales militantes, aspiran a servir a sus creencias con desinterés, sin temor a develar aspectos insospechados en el curso de su desarrollo, siendo lo mejor digerirlos apenas aparezcan, si es necesario, y de esta manera, trabajan por el éxito de el espíritu anarquista por sobre el espíritu de sumisión. Dos tesis se desprenden de lo anterior:

En el curso de su lucha revolucionaria, el anarquismo no solamente derriba gobiernos y desacredita sus leyes, sino que también establece la sociedad que genera sus valores, sus "normas" y su "moralidad", que es lo que le hace crecientemente comprensible y accesible a la porción oprimida de la humanidad.

Todo lo cual nos inclina a la firme creencia que el anarquismo no puede seguir amurallado en los estrechos parámetros de un pensamiento marginal, al cual suscriban sólo unos pocos grupos pequeños, operando aisladamente. Su influencia natural sobre la mentalidad de los grupos humanos en lucha es algo aparente. Si se quiere que esta influencia sea asimilada de manera conciente, debe, entonces, equiparse de nuevas aproximaciones y comenzar aquí y ahora a enriquecerse con los aportes de las prácticas sociales.

Delo Truda, No.4, Septiembre de 1925, pp.7-8.

 

Traducido por Jose Antonio Gutierrez Danton


Source: Translator

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