Formación del ejército insurreccional makhnovista


Extracto de La Revolución desconocida de Volin. Ed. Campo Abierto.


 

Las diversas fuerzas en lucha en Ucrania.

-Bien pronto Makhno se convirtió en cabeza de enlace para la unión de todos los insurgentes.
 

En cada aldea los campesinos crearon grupos locales clandestinos, que se coligaban a Makhno, lo sostenían en todas sus empresas, seguían sus consejos y sus disposiciones.

Los numerosos destacamentos de guerrilleros -los existentes y los que se iban formando- se coligaban a los grupos de Makhno en procura de unidad de acción. La necesidad de esta unidad y de una acción generalizada era reconocida por todos los guerrilleros revolucionarios. Y todos coincidían en que ella sería satisfecha mejor bajo la dirección de Makhno. Esa era también la opinión de varios destacamentos de insurrectos, hasta entonces independientes entre sí, entre ellos el gran cuerpo dirigido por Kurilenko, que operaba en la región de Berdiansk, el de Stchuss, en la región de Debrivka, el de Petrenko-Platonoff, en la de Grichino, y otros, que se unieron espontáneamente al destacamento de Makhno. Así, la unificación de las unidades desligadas de guerrilleros en la Ucrania meridional en un solo ejército insurrecto bajo el mando supremo de Makhno, se hizo de modo natural, por fuerza de las cosas y voluntad de las masas.

La extendida e indomable insurrección campesina acabó por desorientar y disgregar completamente a las fuerzas de ocupación y a la policía del hetman. La contrarrevolución, sostenida por las bayonetas extranjeras, perdía terreno cada vez más rápidamente. La terminación de la guerra y los trastornos políticos que la siguieron en Alemania y Austria le dieron el golpe de gracia. A fines de 1918, las tropas austroalemanas abandonaron el país. El hetman y los propietarios agrarios desaparecieron para no volver.

Desde entonces, tres fuerzas fundamentales, muy diferentes, se hallaban en acción en Ucrania: la petlurovstchina, el bolchevismo y la makhnovtchina.

Ya hemos hablado del bolchevismo lo suficiente para que se pueda comprender sin dificultad, sin insistir sobre ello, los fines y la acción de los bolcheviques en Ucrania. Y del movimiento makhnovista acabamos de dar una idea suficiente de sus primeros aspectos. Es menester, pues, caracterizar la esencia y la obra de la petlurovstchina.

Desde los primeros días de la Revolución de febrero (1917), la burguesía liberal ucraniana, temerosa de los excesos de la revolución moscovita y deseosa de evitarlos en su región, planteó el problema de la independencia nacional de Ucrania. Derribado el zarismo, podía soñar en ella con esperanza de éxito, toda vez que los partidos políticos rusos de izquierda habían proclamado altamente «el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos con toda libertad».

Sostenida por algunos estratos de la población ucraniana: campesinos ricos (kulaks), intelectuales liberales, etc., esta burguesía creó un vasto movimiento nacional autonomista y separatista, con miras de independizarse completamente del Estado panruso. Advirtiendo, sin embargo, que el movimiento no podía esperar un éxito sólido y duradero hasta tanto no dispusiera de una fuerza popular armada, los guías del movimiento: Simón Petlura y otros, dirigieron sus miradas hacia la masa de soldados ucranianos que se hallaban en el frente y en la retaguardia. Y procedieron a su organización, sobre base nacional, en regimientos ucranianos especiales.

En mayo de 1917, los jefes del movimiento organizaron un Congreso militar, que eligió un Consejo militar general, órgano llamado a dirigir el movimiento. Más tarde, ese Consejo fue ampliado y llamado Rada (Consejo, en ucraniano).

En noviembre de 1917, en el Congreso panucraniano, la Rada se convirtió en Rada Central, especie de parlamento de la nueva República Democrática Ucraniana. Y un mes después, la Rada Central proclamó solemnemente la independencia de esta República.

El acontecimiento comportó un golpe terrible para el bolchevismo, que acababa de apoderarse del poder en la Gran Rusia y, naturalmente, quería extenderlo a Ucrania, a despecho del «derecho de los pueblos».

Los bolcheviques se apresuraron, pues, a mandar sus tropas para Ucrania, iniciando una encarnizada lucha con las formaciones de Petlura en torno a Kiev, capital de Ucrania, de la que se apoderaron el 25 de enero de 1918, instalando su gobierno y comenzando de seguida a extender su poder sobre toda Ucrania, cosa que no lograron sino parcialmente. El gobierno de Petlura, los personajes políticos del movimiento separatista y sus tropas se retiraron hacia el Oeste, donde se fortificaron y lanzaron su protesta contra la ocupación de Ucrania por los bolcheviques.

Probable es que los polcheviques habrían podido, en poco tiempo, llegar a sofocar el movimiento autonomista, pero los acontecimientos inmediatos lo impidieron.

En marzo y abril de 1918 debieron retirarse hacia la Gran Rusia, para dejar lugar, conforme a las cláusulas del tratado de Brest-Litovsk, al ejército de ocupación austroalemán. Adelantándose a éste, los partidarios de Petlura reocuparon Kiev. y su gobierno proclamó la Nueva República Nacional Ucraniana, que no vivió sino algunas semanas.

Los austroalemanes prefirieron, no sin razón, tratar con los señores y los propietarios desposeídos de Ucrania y no con el régimen de Petlura, que eliminaron militarmente sin contemplaciones, reemplazándolo por la autoridad absolutista de su dócil criatura, el hetman Skoropadsky. Petlura estuvo cierto tiempo encarcelado y debió desaparecer de la arena política. Pero la disgregación del régimen del hetman no se hizo esperar. La inmensa insurrección de los campesinos comenzó bien pronto a asestarle formidables golpes. Convencidos de la fragilidad del régimen impuesto por los ocupantes, los elementos de Petlura reanudaron enérgicamente su obra, favorecidos por las circunstancias. En rebelíón el campesinado, centenares de miles de insurgentes espontáneos no esperaban sino el primer llamado para marchar contra el gobierno del hetman. Disponiendo de suficientes medios para agrupar, organizar y armar una parte de esas fuerzas, los de Petlura se adelantaron y se apoderaron, casi sin resistencia, de numerosas ciudades y localidades, sometiendo a las provincias así conquistadas aun nuevo género de poder: el Directorio, encabezado por Petlura. Y, aprovechando la ausencia de otros pretendientes, sobre todo los bolcheviques, se apresuraron a extender su poder sobre buena parte de Ucrania.

En diciembre de 1918, Skoropadsky huyó y el Directorio de Petlura entró solemnemente en Kiev, acontecimiento que suscitó gran entusiasmo en toda Ucrania. Los petluristas hicieron de todo para exaltar su éxito al extremo, poniéndose en héroes nacionales. En poco tiempo, su poder se extendió de nuevo sobre la mayor parte de Ucrania, salvo en el Sur, región afectada por el movimiento makhnovista, donde chocaron con seria resistencia, y, en lugar de éxitos, sufrieron algunos sensibles reveses. Pero dominaban en todos los grandes centros de Ucrania. La dominación de la burguesía autonomista parecía asegurada esta vez. ¡Mera ilusión!

Con tiempo apenas para instalarse, el nuevo poder comenzó a disgregarse. Los millones de obreros y campesinos que, en el momento de la caída del hetman, se habían encontrado en el círculo de la influencia de los petluristas, se desilusionaron bien pronto y comenzaron a abandonar en masa las filas de Petlura.
 

Buscaban otra base y otro apoyo para sus intereses y sus aspiraciones: La mayor parte se dispersó por ciudades y aldeas y adoptó una actitud hostil hacia el nuevo poder. Otros se incorporaron a los destacamentos insurrectos makhnovistas. Los petluristas, pues, se encontraron desarmados, por el giro de los acontecimientos, con tanta rapidez como se habían armado. Su idea de autonomía burguesa, de unidad nacional burguesa, no pudo sostenerse en el pueblo revolucionario sino por pocas horas. El ardiente aliento de la revolución popular redujo a cenizas esta idea falsa y colocó a sus defensores en situación de completa impotencia. Al mismo tiempo, los bolcheviques se aproximaban rápidamente, desde el Norte, expertos en medios de agitación de clase y firmemente decididos a apoderarse de Ucrania. Justamente al mes de la entrada del Directorio de Petlura en Kiev, las tropas bolcheviques se estableció en la mayor parte de Ucrania 

(P. Archinoff, ob. cit., cap. IV).

A poco, pues, de la caída del hetman y de la partida de los austroalemanes, el gobierno de Moscú se instaló definitivamente en Ucrania, con sus autoridades, sus funcionarios, sus cuadros de militantes y, sobre todo, con sus tropas y su policía.

Pero en las partes oeste y meridional hubo de chocar bien pronto en los elementos nacionalistas de Petlura, que se habían reagrupado en su retirada, y con el movimiento auténtico e independiente de las masas campesinas guiado por Makhno.

Petlura, rechazado del corazón del país, no se dio por vencido; retirado a las regiones menos accesibles para los bolcheviques, intentó resistir, doquiera podía, tanto a los bolcheviques como a las formaciones campesinas de Makhno.

En cuanto al movimiento campesino independiente, se vio bien pronto obligado a erguirse, no sólo contra la burguesía petlorista (antes de entrar en acción, más tarde, contra las tentativas monarquistas de Denikin y de Wrangel), sino también contra la impostura de los bolcheviques.

La situación en Ucrania se había vuelto, así, más embrollada que nunca. Cada una de las tres fuerzas en presencia debía luchar contra las otras dos. Y la cosa se complicó luego más aún, a causa de la aparición de un cuarto elemento: la acción de los generales rusos nacionalistas y monárquicos tendiente a reconstituir el anterior imperio ruso en su integridad territorial y su base absolutista. A partir de este momento (verano de 1919), cada una de esas cuatro fuerzas debía afrontar a las otras tres.

Agreguemos que, en este ambiente caótico, Ucrania se convirtió en campo libre para aventuras y golpes de mano audaces de una multitud de verdaderas bandas armadas, compuestas de elementos desviados a raíz de la guerra y la revolución, que vivían del bandolerismo, recorriendo el país en todo sentido; .operando preferentemente, casi sin inconvenientes, en el Sur.

(Mucho más tarde, los bolcheviques, en su habitual actitud difamatoria, se esforzaron en identificar al movimiento independiente de los campesinos, y a Makhno en persona, con los elementos del bandolerismo y la contrarrevolución. El lector, a esta altura de la obra, sabra discernir bren los hechos, los hombres y las leyendas.)

Es de imaginarse el fantástico caos en que había caído el país, como así también las inverosímiles combinaciones que se anudaban y desanudaban a lo largo de los tres años de lucha (desde fines de 1918 afines de 1921) hasta el momento que los bolcheviques triunfaron definitivamente sobre todos.

Agreguemos y subrayemos, con Archinoff, que toda la acción de los bolcheviques en Ucrania fue pura impostura impuesta por la fuerza de las armas, impostura que ni ellos mismos procuraron disimular .

Al instalar su gobierno, primero en Kharkov, luego en Kiev, lanzaban sus divisiones a través de las regiones ya liberadas del poder del hetman, creando en ellas militarmente los órganos de su poder.
 

En los lugares que los bolcheviques ocupaban, tras de haber puesto en fuga a los partidarios de Petlura o ya liberados y bajo el dominio de los trabajadores mismos, el poder comunista se instalaba manu militari. Los consejos de obreros y campesinos (soviets), que dice habían creado ese poder, aparecían más tarde, a hecho consumado y a poder consolidado.

Antes de los soviets, había Comités revolucionarios. Y antes de los Comités, muy simplemente, las divisiones militares 

(P. Archinoff, ibid.).

Las cualidades y los defectos del movimiento makhnovista.-

Hemos visto que, en razón de múltiples circunstancias, la Revolución social comenzó en Ucrania, no por la toma del poder por un partido político de extrema izquierda, sino fuera de toda cuestión de poder, mediante una inmensa revuelta espontánea de los campesinos contra sus nuevos opresores, que al comienzo fue como una tempestad desencadenada. Con exasperado furor, las masas campesinas se dieron a la destrucción. violenta de todo cuanto odiaban, de cuanto les oprimía desde siglos. Elemento positivo alguno aparecía aún en esta obra destructora. Pero poco a poco, al par del desarrollo de los acontecimientos, el movimiento de los campesinos revolucionarios se organizaba, se unificaba y puntualizaba cada vez mejor sus tareas esenciales constructivas.

Obligado a resumir los acontecimientos y a eliminar, en lo posible, los detalles, fijaremos de seguida los rasgos esenciales, específicos, del movimiento makhnovista, cuyas manifestaciones devenían de vez en vez más claras en el curso de los acontecimientos que siguieron a la derrota del régimen del hetman y la terminación de la ocupación austroalemana.

Estos rasgos característicos pueden ser divididos en dos grupos el primero comprende los lados fuertes, las cualidades y los méritos, y el segundo, las debilidades, los defectos y los errores. No hay por qué creer que el movimiento makhnovista haya sido irreprochable, que no haya tenido tachas ni lagunas. (ciertas debilidades permitieron a los bolcheviques enlodar y calumniar el movimiento.)

Los caracteres meritorios del movimiento fueron:

  1. Su completa independencia de toda tutela, de todo partido, de toda política, cualesquiera fuesen y de dondequiera procediesen; el espíritu verdaderamente libre y aun libertario del movimiento. Esta cualidad fundamental de importancia capital, se debía: a) a la espontaneida de la insurrección campesina desde su ininciación; b) a la influencia personal de Makhno, libertario; c) a la actividad de otros elementos libertarios en la región habiendo el mismo Makhno, absorbido por la acción combativa, hecho lo más posible para que acudiese el mayor número de libertarios y militasen con toda libertad. Y es de agreger también el aprovechamiento de las experiencias de los insurgentes en sus cotidianos contactos con los partidos políticos.
    Esta tendencia libertaria del movimiento se manifestó por una profunda desconfianza hacia los elementos no trabajadores o privilegiados, por el rechazo de toda dictadura de cualquier organización y por la idea de una autoadministración libre y completa de los trabajadores mismos en sus localidades.
  2. La coordinación libre, federativa -y tanto más sólida- de todas las fuerzas del movimiento en un solo y vasto movimiento social, libremente organizado y disciplinado.
  3. La influencia ideológica, sana y muy elevada, que el movimiento ejerció en gran parte del país, englobando a unos siete millones de habitantes.
  4. El incomparable valor combativo del ejército de los insurgentes campesinos revolucionarios, ejército que, a pesar de su perpetua falta de armas y de municiones y de otras dificultades terribles, a pesar de muchísimos obstáculos insuperables y de las traiciones constantes de que fue objeto, pudo resistir a todas las imposturas y a todas las fuerzas de opresión durante cerca de cuatro años.
  5. El genio, por una parte organizador, y estratégico y militar, por otra, y otras cualidades excepcionales del guía del núcleo combativo del movimiento, Nestor Makhno.
  6. La rapidez con que las masas campesinas y los insurgentes en general se familiarizaron, a pesar del ambiente desfavorable, con las ideas libertarias y trataron de aplicarlas.
  7. Ciertas realizaciones positivas del movimiento en el terreno económico, social y revolucionariamente militar, en la medida que las circunstancias lo permitieron.

Los lados débiles del movimiento fueron:

  1. La necesidad casi constante de batirse y defenderse contra toda clase de enemigos, sin poder dedicarse al trabajo pacífico y realmente positivo.
  2. La prolongada existencia de un ejército en el seno del movimiento. Porque un ejército, cualquiera sea, acaba siempre y fatalmente por adolecer de ciertos graves defectos, de una nefasta mentalidad específica.
  3. La insuficiencia de fuerzas libertarias intelectuales en el movimiento.
  4. La ausencia de un vigoroso movimiento obrero organizado, que apoyara al de los campesinos insurrectos.
  5. Ciertos defectos personales de Makhno. Este, sin mengua de su genio organizador y militar, de su ardor libertario y de otras notables cualidades militares, tenía también graves defectos de carácter y de educación. En ciertos aspectos no estaba del todo a la altura de su tarea. Estas debilidades -de que volveremos a ocuparnos- disminuyeron la envergadura y la trascendencia moral del movimiento.
  6. Cierta bonhomía, no lo bastante recelosa, en relación a los bolcheviques.
  7. La constante penuria de armas y de municiones. Casi únicamente a fuerza de victoriosos combates los makhnovistas lograban armarse.

Dicho esto, volvamos a los acontecimientos, en cuyo curso tendremos ocasión de observar las cualidades y defectos del movimiento para poder juzgarlos en su conjunto.

Ataque general de los insurgentes contra el hetman, los alemanes y Petlura. Su victoria. Creación de una región libre de todo poder.

-Los destacamentos de Makhno, agrupados en un ejército de guerrilleros voluntarios, comenzó en octubre de 1918 un ataque general contra las fuerzas del hetman.

En noviembre, las tropas austroalemanas se hallaban completamente desorientadas por los acontecimientos en el frente occidental de la guerra y en el interior de los países por ellas ocupados, estado de cosas que Makhno aprovechó. En algunos lugares entró en tratos con esas tropas, obtuvo su neutralidad y hasta logró desarmarlas sin dificultad, apoderándose de sus armas y municiones. En otros, los rechazaba en combates. Así ocupó definitivamente, por ejemplo, tras un combate obstinado de tres días, a Gulai-Pole.

Se presentía por doquiera la proximidad del fin del régimen del hetman. La juventud campesina afluía en masa al ejército de Makhno. Y era de lamentar el no poder armar a tantos voluntarios, la mayor parte de los cuales habían de ser rechazados. Sin embargo, el ejército de los insurgentes makhnovistas poseía ya varios regimientos de infantería y de caballería, algo de artillería y numerosas ametralladoras. En cuanto a las tropas ucranianas ( de Petlura) y a la guardia (varta) del hetman, desaparecieron casi totalmente ante el extraordinario crecimiento del ejército insurreccional, el que bien pronto dominó una gran extensión, liberada así de todo poder. Pero el hetman resistía aún en Kiev. Makhno marchó entonces hacia el Norte, ocupó importantes estaciones ferroviarias: Tchaplino, Grichino,  Sinelnikovo y la  ciudad de Paulograd. Y dobló en seguida hacia el Oeste, en dirección a Ekaterinoslav, donde chocó con las fuerzas reorganizadas y completamente militarizadas de Petlura.

En esta época, los petluristas consideraban al movimiento makhnovista como un episodio poco importante de la revolución ucraniana. No lo conocían de cerca y esperaban atraer a estas bandas rebeldes a su esfera de influencia y ponerlas bajo su dirección. Dirigieron, pues, a Makhno, muy amigablemente, una serie de preguntas de orden político: ¿Qué opinaba sobre el movimiento de Petlura y sobre el poder de éste? ¿Qué estructura política futura deseaba para Ucrania? ¿No consideraba deseable y útil obrar en común para la creación de una Ucrania independiente?

Terminante fue la respuesta de los makhnovistas. Declararon que, en su opinión, la petlurovtchina era un movimiento de la burguesía nacionalista, con miras opuestas a las de los campesinos revolucionarios; que Ucrania debía ser organizada sobre base de un trabajo libre y de la independencia de los obreros y los campesinos; que ellos no admitían unión alguna con quienquiera fuese, y que sólo la lucha era posible entre la makhnovtchina, movimiento del pueblo laborioso, y la petlurovtchina, movimiento de la burguesía. Los acontecimientos que siguieron a este cambio de puntos de vista constituyen una de las estratagemas frecuentes en las luchas en Ucrania.

El ejército de Makhno se detuvo en Nijne-Dnieprovsk, suburbio de Ekaterinoslav, y se preparó a atacar la ciudad. Había allí un comité bolchevique, que disponía de algunas fuerzas armadas, insuficiente para una acción propia. Conocido Makhno en la región como revolucionario de valor y bien dotado conductor guerrero, el comité le ofreció el comando de los destacamentos obreros del partido, que aquél aceptó.

Makhno recurrió a una astucia -como lo hacía a menudo- muy arriesgada, pero plena de promesas en caso de resultar: cargó de tropas un tren y lo envió de Nijne-Dnieprovsk a la estación de Ekaterinoslav, como un pacífico tren de obreros, como los que habitualmente conducían ala ciudad a los trabajadores, pasando generalmente sin obstáculos y sin control. Makhno, que lo sabía, aprovechó audazmente la ocasión. Si la treta fuera descubierta antes de detenerse el tren, toda la tropa habría de caer prisonera. El tren pasó sin inconveniente, entró en la estación y se detuvo. En un abrir y cerrar de ojos, las tropas makhnovistas ocuparon la estación y sus alrededores. En la ciudad se entabló una encarnizada batalla y al cabo los petluristas fueron vencidos, batiéndose en retirada y abandonando la ciudad. Makhno se contentó con tomar posesión de la ciudad y organizar la nueva situación, sin preocuparse de perseguir a las tropas en retirada, las cuales, a los pocos días, bien reforzadas, volvieron a la carga, batieron al ejército de Makhno y retornaron la ciudad. No se sintieron, empero, lo bastante fuertes para perseguir a los makhnovistas.

El ejército insurrecto se retiró de nuevo a la región de Sinelnikovo, donde se atrincheró y estableció una línea de frente con las fuerzas de Petlura en la frontera noroeste de la región ocupada por los insurgentes.

Las tropas de Petlura, compuestas en gran parte de campesinos insurgentes o movilizados por imposición, se disgregaron rápidamente al contacto de los makhnovistas. Bien pronto ese frente fue liquidado sin combates: se derritió. A consecuencia de ello, Ekaterinoslav fue luego ocupada por los bolcheviques que, por el momento, no osaban ir más allá de la ciudad. Makhno, por su parte, no estimaba tener fuerzas suficientes para hacerse fuerte a la vez en Ekaterinoslav y en la vasta región liberada, por lo que decidió dejar que los bolcheviques tomasen esa ciudad y asegurar el control de la frontera de esta región.

Así pues, al Sur y al Este de Ekaterinoslav, una extensión de varios millares de kilómetros cuadrados estuvo libre de toda autoridad y de toda tropa, en la que los campesinos eran verdaderamente libres. En Ekaterinoslav reinaban los bolcheviques, y al Oeste dominaban los petluristas.

El trabajo positivo en la región libre.

-Los campesinos makhnovistas aprovecharon esta libertad y la relativa calma de su región -de corta duración, ¡ay!- para realizar algunas tareas positivas.

Durante unos seis meses, de diciembre de 1918 a junio siguiente, los campesinos de Gulai-Pole vivieron sin poder político alguno. No sólo fueron mantenidos sanamente los vínculos sociales entre ellos, sino que también crearon formas nuevas de organización social: Comunas de trabajadores libres y Soviets libres de trabajadores.

Más tarde, los makhnovistas formularon sus ideas sociales, especialmente su concepción de los soviets, en un folleto titulado Tesis generales de los insurgentes revolucionarios sobre los Soviets libres. Lamento no tenerlo a mano. Según ellos, los soviets deben ser absolutamente independientes de todo partido político; formar parte de un sistema económico general basado en la igualdad social; sus miembros debían ser trabajadores auténticos, servir los intereses de las masas laboriosas y obedecer únicamente a su voluntad; sus animadores no han de ejercer ningún poder .

En cuanto a las comunas, en muchos puntos se intentó organizar la vida social en base a ellas, justa e igualitariamente. Los mismos campesinos que se habían mostrado hostiles a las comunas oficiales procedían con entusiasmo a la constitución y arraigo de las comunas libres. Cerca de la aldea Prokovskoie se organizó la primera comuna, llamada Rosa Luxemburgo, el número de cuyos miembros, de algunas decenas al principio, sobrepasó más tarde de 300. Esta comuna fue creada por los campesinos más pobres de la localidad. Al consagrarla a la memoria de Rosa Luxemburgo testimoniaban su imparcialidad y una cierta nobleza de sentimientos. Sabían que era una mártir de las luchas revolucionarias en Alemania. Los principios esenciales de la comuna no correspondían absolutamente a la doctrina por la que ella había luchado, pero los campesinos quisieron honrar, justa y únicamente, a una víctima de la lucha social. Base de la comuna era el principio no-autoritario. Esta comuna alcanzó hermosos resultados y acabó por ejercer gran influencia en los campesinos de la zona [1].

A siete kilómetros de Gulai-Pole se formó otra comuna, llamada simplemente «Comuna número 1 de los campesinos de Gulai-Pole». También ella obra de campesinos pobres. Y a unos veinte kilómetros de ella, estaban las comunas números 2 y 3. Las había también en otros lugares.

Todas estas comunas fueron creadas libremente, por espontáneo impulso de los campesinos mismos, con ayuda de algunos buenos organizadores, para afrontar las necesidades vitales de la población laboriosa. Ellas no tenían semejanza alguna con las comunas artificiales, denominadas ejemplares, montadas muy torpemente por las autoridades bolcheviques, que agrupaban habitualmente a elementos heteróclitos, reunidos al azar, incapaces de trabajar seriamente. Estas sedicentes comunas del bolchevismo no hacían más que malgastar semillas y estropear las tierras. Subvencionadas por el goblerno, vivían, pues, del trabajo del pueblo, aun pretendiendo enseñarle a trabajar.

Las comunas libres eran verdaderas comunas laboriosas. Agrupaban a campesinos auténticos, habituados desde la infancia al trabajo serio. Se basaban en una real ayuda mutua material y moral y en el principio igualitario. Todos -hombres, mujeres y niños- debían trabajar en ella, cada uno en la medida de sus fuerzas. Las funciones organizadoras eran confiadas a camaradas capaces, quienes, cumplida esa tarea, reanudaban el trabajo común. Tales principios sanos y serios eran consecuencia de haber surgido las comunas en el ambiente laborioso mismo y haberse desarrollado libre y naturalmente.

Los guerrilleros makhnovistas jamás ejercieron presión alguna sobre los campesinos, limitándose a propagar la idea de las comunas libres, las que se formaron por iniciativa de los mismos campesinos pobres.

Es interesante y sugestivo comprobar que las ideas y la acción de los campesinos makhnovistas eran de todo punto semejantes a las de los rebeldes de Cronstadt en 1921. Prueba esto que cuando las masas laboriosas tienen la posibilidad de pensar, investigar y obrar libremente, adoptan sobre poco más o menos la misma orientación, cualesquiera sean la localidad, el ambiente y aun, agreguemos, la época, si se establece relación con las revoluciones precedentes. Independientemente de todo otro razonamiento, ello debe llevarnos a creer que, en conjunto, ésa es la buena, la justa, la verdadera orientaci6n de los trabajadores.

Cierto es que las masas laboriosas no han podido mantenerse en ella, por múltiples razones; pero la posibilidad de no abandonarla, de proseguir por ella hasta el fin, no es sino cuestión de tiempo y de evolución.

La actividad constructiva de los makhnovistas no se limitó a estos esbozos de comunismo libre. Se les presentaron tareas mucho más vastas e importantes, que debían ser afrontadas sin dilación. Era necesario hallar en común soluciones prácticas a los diversos problemas de la entera región. Se hacía por ello indispensable crear una organización general que fuera abarcando progresivamente el distrito, el departamento y finalmente la entera región. Lo que implicaba la constitución de órganos capaces de semejante labor organizadora.

Los campesinos no fallaron al menester, recurriendo a la realización de Congresos periódicos de campesinos, obreros y guerrilleros. Mientras la región permaneció libre, hubo tres Congresos regionales, que permitieron a los campesinos estrechar vínculos, orientarse de manera segura en el complicado ambiente del momento y determinar con claridad las tareas económicas, sociales y de otra índole requeridas.

El Primer Congreso tuvo lugar el 23 de enero de 1919 en Grande-Mikhailovka y se ocupó especialmente del peligro de los movimientos reaccionarios de Petlura y Denikin. El primero reorganizaba sus fuerzas en el Oeste en vista de una nueva ofensiva, y Denikin, con sus preparativos de guerra civil, constituía mayor preocupación entre los revolucionarios. El Congreso arbitró medidas de defensa contra ambas tentativas. Los choques de patrullas eran cada vez más frecuentes e importantes, llegando a ser casi cotidianos en el límite sudeste.

El Segundo Congreso se reunió tres semanas después, el 12 de febrero de 1919, en Gulay-Pole. Por desgracia, el inminente peligro de una ofensiva de Denikin contra la región libre impidió la dedicación a los problemas urgentes de la construcción pacífica. Las sesiones fueron absorbidas por las medidas de defensa y de lucha contra el nuevo invasor.

El ejército makhnovista tenía cerca de 20.000 combatientes voluntarios. Pero muchos se hallaban completamente agotados por la fatiga, ya que debieron soportar, sobre las fronteras de la región libre, incesantes luchas contra las vanguardias de Denikin y otras tentativas de penetración. Y el ejército de Denikin se reforzaba rápidamente.

Después de larga discusión, el Congreso resolvió llamar a los habitantes a una movilización voluntaria e igualitaria. Voluntaria significaba la necesidad de completar el ejército revolucionario con combatientes frescos, sin obligar a nadie a incorporarse, sino apelando a la conciencia y la buena voluntad de cada uno. Igualitaria quería decir que se tendría presente la situación personal de cada voluntario, a fin de que las cargas fuesen repartidas y soportadas por la población con la mayor equidad y justicia.

Se formó un Consejo revolucionario militar para crear una dirección circunstancial en la lucha contra Petlura y Denikin, sostener las relaciones económicas y sociales entre todos y responder a las necesidades de información y vigilancia, así como a las decisiones adoptadas.

Este consejo abarcaba toda la región libre y debía ejecutar los acuerdos de los congresos, pero no era en modo alguno autoritario. Le fue asignada sólo una función ejecutiva para poner en práctica lo discutido y aprobado, y en cualquier momento podría ser disuelto por el Congreso.

En seguida que las resoluciones de este Segundo Congreso fueron conocidas en toda la región revólucionaria, de todas las poblaciones grandes o pequeñas, concurrían en masa los voluntarios. El número fue enorme, superando todas las previsiones, y si se hubiese podido armas a todos, los sucesos trágicos que siguieron no hubiesen sido posibles. Además, quizá toda la Revolución rusa habría sido conducida de otro modo y el gran acontecimiento que los libertarios esperaban se habría producido. Desgraciadamente se carecía de armas y no pudieron formarse oportunamente nuevos destacamentos. El 90 por 100 de los voluntarios debió ser rechazado.

Las consecuencias fueron fatales para la región cuando, en junio de 1919, Denikin lanzó su ofensivo general.

 

Nota

1-. Esta comuna fue destruida, los días 9 y 10 de junio de 1919, por los bolcheviques, cuando la campaña general contra la región makhnovista.

 


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