Makhno y sus enmigos

Michael Malet


 

La personalidad de Makhno, su ideología política y actividades, especialmente durante la guerra civil, han sido tema de controversia durante mucho tiempo. Más notable que las pasiones suscitadas entre su propio pueblo, resulta la falta total de literatura con relación a él mismo desde los años veinte. Tras la publicación del último volumen de memorias de Antonov Ovseenko, en 1933, muy poco más ha aparecido. Si bien recibimos con gozo nuevas ediciones de lo ya publicado, se necesita con urgencia algo nuevo y de gran valor.

El tema es denso y resulta imposible resumirlo en un artículo. Este trabajo incide, fundamentalmente, en uno de los temas clave de la mitología relacionada con Makhno y la Makhnovina. Sus relaciones con sus enemigos. En ningún otro aspecto ha habido tantas afirmaciones atrevidas, basadas en una escasa información. Se dice, por ejemplo, que traicionó a la nación ukraniana; que su movimiento estaba formado por la pequeña burguesía kulak; que se alió con los rusos blancos, para mencionar sólo algunos de los más comunes alegatos. Trataré de indicar, en la forma más amplia posible, el estado real de las relaciones de Makhno con estos grupos, y extraer conclusiones tales como la consistencia de sus actitudes y la relevancia de los cargos contra él.

La actitud de Makhno hacia los rusos es más clara y mucho menos, por tanto, sujeta a controversia que sus relaciones con los bolcheviques o con los nacionalistas. Fue el juicio digno de crédito del general Denikin, hecho en sus memorias algunos años después de la guerra civil, en el sentido de que «El movimiento de Makhno era el más antagónico con respecto a las ideas del movimiento blanco» (Denikin, Vol. 5, pág. 134), lo que desató acusaciones de los menos escrupulosos autores bolcheviques en el sentido de que, en cierto modo, Makhno se hallaba ligado a los blancos. Alegatos similares se hicieron en alguna ocasión en la prensa comunista: Yaroslavski, pág. 75, y Pravda, 9-2-1920. En los primeros días de la guerra civil, y antes de que un ejército blanco organizado hiciera su aparición en Ukrania, los sentimientos no fueron tan amargos, como se deduce de las conversaciones que tuvieron lugar en Alexandrovsk a comienzos de 1918, entre las autoridades de la ciudad y los escasos trenes de tropa que iban a la zona del Don, desde el frente del suroeste. Al ser Alexandrovsk la más próxima gran ciudad, Makhno había enviado algunos hombres como refuerzo de la Guardia Roja local, a petición de las autoridades de la ciudad (Makhno, Vol. 1, pp. 127137).

Sin embargo, como la lucha se hizo más organizada y dura a finales de 1918 y comienzos de 1919, las acusaciones de atrocidades se hicieron más frecuentes. Los Makhnovinistas fueron hechos pedazos por los bombardeos, o asados vivos sobre planchas de hierro al rojo, mientras que los blancos alegaban que los Makhnovinistas quemaban a sus prisioneros arrojándolos a las calderas de las locomotoras (Archinov, pág. 9; Byelash, pág. 218; Rudenev, pág. 29). Es preciso recordar que los campesinos enrolados en las filas de la Makhnovina asociaban directamente al ejército blanco con el régimen feudal que habían sufrido durante años. Sin duda, si hubieran conocido el régimen de Skoropadsky (1), ampliamente apoyado por los alemanes y los terratenientes, su opinión se habría reforzado. La amargura creció con la ocupación de Ukrania por los blancos durante el verano y otoño de 1919. Un artillero de la Makhnovina vivió para contar lo siguiente:

« A las diez de la mañana un número considerable de fuerzas enemigas atacó en dirección a Sinelnikovo y hacia la estación de Sofieka, cerca de Alexandrovsk. Fuimos rodeados por los blancos y sacados del "tachanki" (2). En el acuartelamiento de los blancos, un capitán preguntó si éramos Petliuristas (3) o Makhnovinistas. Su cara se tornó roja de ira con la respuesta que dimos, pero sus hombres rehusaron dispararnos. Entonces, el capitán le quitó el sable a uno de ellos y procedió al arresto de todos. Luego llegaron con él siete hombres de caballería, tres de infantería y cuatro oficiales, a la vista de lo cual me di cuenta de que nuestro final estaba próximo. Yo era el duodécimo de la fila. El parecía ser un tigre sin oposición. Dos cayeron a mi izquierda; al tercer disparo yacía yo como un cadáver... Pasado algún tiempo recobré el conocimiento, y decidí dirigirme a una cabaña situada a corta distancia. Poco después llegaron dos insurgentes que pertenecían al tercer Regimiento de Crimea... » (Piut k Svobodye, 7 de diciembre de 1919; pág. 2).

A pesar de la conocida e implacable hostilidad de los Makhnovinistas hacia los blancos, éstos trataron en dos ocasiones de obtener ayuda de Makhno para la formación de un frente común contra los bolcheviques y el Ejército Rojo.

En la primera ocasión, en mayo de 1919, el general Shkuro, aparentemente con alguna admiración genuina hacia las cualidades militares de Makhno, le escribió una carta en la que exponía lo siguiente: «Siendo como tú un hombre sencillo, he seguido con entusiasmo tu rápida carrera hacia la eminencia, cosa que indica que eres un ruso sobresaliente. Desgraciadamente, has tomado una ruta equivocada, pero ahora he visto complacido que la experiencia te ha hecho cambiar de opinión, y de manera similar al valeroso soldado Grigoriev (4), has llevado adelante el lema: "Aplastar a los Yids, a los comunistas, a los comisarios y a la Cheka". Al aceptar tú este lema ya no tenemos por qué luchar el uno contra el otro» (Piut k Svobodye, 4 de junio de 1919, pág. 2; Izvestiya, 18 de junio de 1919; Pravda, 14 de junio de 1919; Arshinov, pág. 103). La carta fue publicada en el periódico insurgente “Piut k Svobodye” junto con los comentarios apropiados como respuesta, a pesar de lo cual los bolcheviques intentaron hacer creer a todo el mundo que aquella carta evidenciaba una posible alianza. También el general Slaschov manifestó haber admirado a Makhno por idénticos motivos (Gerasimenko, pp. 70-73).

Pero la situación de Wrangel era mucho más desesperada en 1920 de lo que lo había sido la de Denikin en 1919, y en la primavera envió emisarios a los más importantes grupos antibolcheviques de Ukrania, los Makhnovinistas y los nacionalistas, en un intento de lograr su colaboración. Uno de estos emisarios se puso en contacto con la Makhnovina en los primeros días de julio de 1920. A pesar de tratarse de una petición desesperada de ayuda, una vez más los bolcheviques alegaron que la visita era evidencia de una conexión directa entre la Makhnovina y los blancos, aun cuando Trotsky repudiara más tarde dicha acusación. (Archinov, pp. 67-169; Pravda, 9, 27 de julio y 14 de agosto de 1920; Sebed, pp. 43-44; Teper, pp. 92-93; Menzies, pág. 95).

A los bolcheviques les fueron entregados más pertrechos para la formación de destacamentos al estilo de los de Wrangel (al objeto de ganarse el apoyo de los campesinos), formados por individuos de la peor calaña, y bandidos autodenominados atamy (incontrolados) procedentes de los destacamentos de la Makhnovina. No menos de ocho de estos destacamentos fueron detectados, aun cuando, al parecer, no tomaron parte en la batalla final. Al parecer, sus comandantes fueron insurgentes que habían perdido el contacto con Makhno en otoño de 1919, pero, indudablemente, el elemento de mayor fuerza resultó ser el hecho de que Wrangel utilizara el nombre de Makhno como banderín de enganche (Rakovski, pág. 82; Makhno-Vcherashnie, pp. 50-51; Kubanin, pp. 149-152).

Makhno y los bolcheviques

Si bien pudiera afirmarse que Makhno siguió una política de evidente oposición a los blancos, no puede decirse lo mismo al hablar de sus relaciones con los bolcheviques, cosa que no quiere decir que tales relaciones no puedan ser explicadas, sino que significa que ambas partes utilizaban alianzas tácticas cuando así lo aconsejaban las circunstancias.

Existieron algunos contactos militares entre Makhno y la Guardia Roja en Alexandrovsk entre 1917 y 1918, como antes se mencionó. De manera análoga, entre el Comandante de la Reserva Roja, Belinkevich, y los Makhnovinistas en su cuartel general de Hulyai Polye, en abril de 1918, al tiempo que se producía la invasión de Ukrania por los poderes centralistas y las fuerzas Rada (5) (Makhno, Vol. 1, pág. 198-9).

Además, las relaciones con Makhno eran asunto que concernía casi de continuo a los ukranianos y a los gobiernos de la Federación Soviética Rusa, incrementándose esta última con la potencia, tanto militar como productiva, tomada de los ukranianos, que fueron considerados incompetentes en junio de 1919. Sorprendentemente, el Ejército Rojo no compartía tal concierto. Obligados a depender de Makhno para la defensa de una superficie grande, en la primavera de 1919, y en nombre del poder soviético, los bolcheviques mostraron su desconfianza hacia Makhno, desconfianza que era sentimiento recíproco. Aun cuando Makhno prefería argumentos ideológicos a los militares, incluso en el juicio sobre el enemigo común: los blancos, que habían sido ya derrotados, el creciente, autoritario concepto del Comunismo de guerra, le llevó a una oposición más y más intolerante hacia el régimen establecido. El régimen, dirigido por Lenin y Trostky, colaboraba con Makhno sólo en aquello que le era necesario. Y mostró pronto su determinado afán de aplastar la amenaza militar que significaba la Makhnovina en un área de vital importancia estratégica y económica, tan pronto como le fuera posible hacerlo.

A comienzos de 1918, cuando una unión de fuerzas del Ejército Rojo y de la Makhnovina ocupó durante un corto espacio de tiempo la ciudad de Katerynoslav, surgieron diferencias en lo relativo al poder político (Byelash, pp. 213214). Sin embargo, las fuerzas bolcheviques invasoras que tomaron el área de Sinelnikoro-Hulyal Polye-Alexandrovsk, a finales de enero y comienzos de febrero de 1919, eran tan escasas, que el comandante rojo Antonov no tenía otra alternativa que la alianza con Makhno (Byelash, pp. 224-225). Poco después se haría un arreglo similar con Grigoriev por parecidas razones (Adams, pp. 155157). En mayo de 1919, dos tercios del Segundo Ejército Ukraniano se unieron a las fuerzas de Makhno y Grigoriev. Todavía por aquel entonces no se habían producido contra Makhno las acusaciones de bandidaje, aunque se producían quejas referidas a su actitud hacia las instituciones soviéticas, incluido el Ejército Rojo, la requisa de mercancías y la falta de disciplina de la Makhnovina. A la sazón, tales quejas no quedaron limitadas a las fuerzas Makhnovinistas. Dybenko, superior de Makhno, fue acusado de actuar como un partisano propiamente dicho. De otro lado, la Makhnovina apuntó que el acuerdo se refería nada más que a los asuntos militares, y que los insurgentes y la población civil se hallaban encomendados al desarrollo y mantenimiento propagandísticos de los puntos de vista políticos y económicos opuestos al régimen bolchevique.

Las relativamente suaves reconvenciones de marzo, se hicieron agrias a finales de abril y comienzos de mayo. Se alegó que toda la Cheka había sido arrestada y que los comisarios políticos, principal esperanza de los bolcheviques para ganar pacíficamente a los individuos de la Makhnovina, estaban siendo hostigados e incluso amenazados en sus propios trabajos (Antonov, Vol. 4, pp. 101-103; Semanov, pág. 43; Grazhdanskaya Voina, Vol. 1, pp. 362-363).

La polémica alcanzó su punto álgido con los ataques de Trostky a primeros de junio de 1919, cuando, a las primitivas diferencias, se añadió el empeño de emplazar el odio, por el deseo de Denikin de abrirse camino, para lo cual, cada uno echaba las culpas al otro. Luego, Makhno recibió pocos laureles por parte de la prensa soviética, a pesar de su participación en la derrota de Denikin en el otoño de 1919. El periódico bolchevique Zvezda dirigió una ofensiva dialéctica contra los “nabat” anarquistas (6) en la Katerynoslav ocupada por la Makhnovina de octubre a diciembre de 1919, pero se veían obligados a actuar prudentemente con los Makhnovinistas, ya que abrigaban la esperanza de adoctrinar a un elevado número de ellos para llevarlos al lado bolchevique. Su temor principal estribaba en el poder del contraespionaje Makhnnovinista, que era considerado por los bolcheviques como el gobierno real de la ciudad. Las ideas anarquistas fueron atacadas, y hasta Makhno fue tácitamente olvidado hasta que se produjo la ruptura definitiva en enero de 1920. Makhno, incluso, permaneció inactivo durante el movimiento anti Denikin, para poco después incrementar sus actividades militares antisoviéticas. Durante los meses de junio y julio, el Ejército Rojo se vio obligado, en más de una ocasión, a desviar sus mejores fuerzas contra la Makhnovina. (Kubanin, pp. 119-121; Konevets, pp. 96-97; Frunze, 1919, pág. 181; Rudnev, pág. 86).

Había, no obstante, una significativa mutación en el equilibrio de las fuerzas en Ukrania durante 1920. Nunca los bolcheviques habían sido más fuertes, o sus oponentes, blancos, Makhnovinistas, nacionalistas, más débiles. Pero éstos no estaban aniquilados y aquéllos no eran imbatibles. De cara a la amenaza de Wrangel, los bolcheviques vieron la necesidad de fortalecer su retaguardia, y llegaron así a un acuerdo con Makhno, cosa que proporcionó, además, una ayuda adicional de adoctrinados anti blancos. De todas formas, tan pronto como Wrangel fue derrotado, los bolcheviques rompieron la alianza. La justificación aducida se convirtió en un lugar común, en una forma normal de actuación en este tipo de situaciones con el uso de una típica fraseología: que las unidades del Ejército Rojo habían sido hostigadas; que los representantes soviéticos habían sido expulsados de las aldeas y pueblos; que los pobres campesinos estaban siendo perseguidos, y que una gran parte de la Makhnovina estaba compuesta por desertores y blancos... (Kubanin, pp. 157-159; Frunce, 1957, pp. 427-429). Y dado el giro que tomó en 1920 el poderío militar en favor de los bolcheviques, y su actuación destacada en la derrota de Wrangel, el fin de la Makhnovina no podía demorarse mucho. Makhno y un pequeño grupo de seguidores cruzaron finalmente la frontera rumana en agosto de 1921 (Fonin, pág. 27).

Los propios Maknovinistas mostraban sus quejas hacia los bolcheviques, a pesar de que Makno había restringido el número de anarquistas más antisoviéticos en su área, a comienzos ya de 1919 (Kudnev, pág. 37; Teper, pp. 28-41). Fue a comienzos de abril cuando la tendencia más anticomunista se hizo evidente. A Dybenko le fue remitido un punzante telegrama cuando intentó execrar el tercer congreso del distrito de los soviets, que tuvo lugar en abril en tierras de Hulyai Polye. ¿Qué derecho (se cuestionó) tienen los bolcheviques de interferir en la vida política y social del sudeste de Ukrania? Los trabajadores tenían el perfecto derecho de gobernarse a sí mismos, como ellos quisieran, y si a los bolcheviques eso no gustaba, podían, de no tomarlo, dejarlo (Archinov, pp. 98-103). Si el Estado era blanco frecuente tanto de los anarquistas como de los campesinos, ciertos aspectos del mismo resultaban tan espantosos que, en un principio, pensaron que el Estado Comunista sería algo mejor que el régimen blanco. Pero las actividades de la Cheka y los equipos empleados en requisar indiscriminadamente alimentos, fueron motivo de enfrentamiento. Ambos, la Cheka y tales equipos en sí, no se habían dejado ver por Hulyai Polye durante 1919, pero los campesinos que vivían más cerca de las ciudades de Katerinoslav y Alexandrovsk, tuvieron un muy amplio conocimiento de ambas instituciones.

Makhno se opuso a estas organizaciones de forma explícita y política. El sostén de los bolcheviques en Ukrania era, en general, precario, y esperar que los campesinos dieran a cambio grano para las ciudades en caso de irregularidades en el suministro de mercancías era, con seguridad, esperar problemas. Los Makhnovinistas veían en los comités de campesinos pobres (que no siempre estaban constituidos por campesinos pobres) un ejército civil de represión bolchevique. En 1920 y 1921, cualquier partida de miembros descubierta en ésas y parecidas instituciones soviéticas, era fusilada (Biliy, pág. 22; Sebed, pp. 31-42-43; MakhnoVeherashnie, pp. 33-37; Rudnev, pp. 68-72, 88). También los bolcheviques combatieron a Makhno en un plano no ideológico. Varias veces intentaron asesinarle, pero todas las conspiraciones resultaron vanas. Trostky, tras las intentonas, razonaba así los atentados: «El carácter antipopular del ejército Makhnovinista se muestra de la forma más clara en el hecho de que este ejército de Hulyai Polye sea llamado el "Ejército de Makhno". Aquí, las gentes armadas se hallan unidas, no en torno a un programa, ni en torno a una bandera proletaria, sino en torno a una persona, exactamente como ocurría con Grigoriev» (Trotsky, Revoliutsiya, Vol. 2, pág. 191).

Si Makhno podía ser separado del Movimiento Makhnovinista, sería decapitado. Una gran dosis de verdad contenía tal punto de vista. Mientras estuviese vivo continuaría ocasionando a los bolcheviques grandes quebraderos de cabeza. Trotsky dijo en otra ocasión que prefería ver una Ukrania ocupada por Denikin que por Makhno (Berkman, pág. 189; Makhno-Veherashnie, pág. 59; Archinov, pág. 124). Esto debería ser remarcado por cuanto significa más un tributo al campesino que decidió seguir a Makhno durante cuatro años de revolución y guerra civil, que un tributo para el propio Makhno. Si durante 1919 los bolcheviques no pudieron hacer otra cosa que denunciar a Makhno, la situación cambió radicalmente durante 1920 y 1921, como ya hemos señalado con anterioridad. Con ningún enemigo declarado contra quien luchar, el Ejército Rojo tenía cantidad de hombres susceptibles de ser empleados para la lucha contra «el bandidaje». Mientras, es cierto, en términos generales, que la introducción de una política económica decidida en el décimo congreso del Partido, en marzo de 1921, hizo la vida más difícil a las guerrillas de campesinos supervivientes. Las razones por las que esta estrategia no había dado antes sus frutos, fueron las de la fuerza. Makhno, empleando caballería y «tachanki», pudo mantener siempre a distancia a sus perseguidores, y a que el plan de acción prosiguió por partes, por las unidades de retaguardia del Ejército Rojo. Sólo a finales de año, y tras la ruptura provocada por la derrota de Wrangel, uno de los comandantes del grupo rojo, Eideman, observó cuidadosamente las rutas conocidas de Makhno, y cambió la distribución de sus fuerzas en la zona, utilizando, también él, caballería para la persecución. Así fue aplastada, lentamente pero con seguridad, la Makhnovina, y como las zonas dominadas por Makhno se hicieron evidentemente insostenibles para él, incluso durante períodos de corta duración, se vio forzado al exilio (Grazhdanskaya Voina, Vol. 3, pág. 522; Radyanske Budivbitstvo, pág. 554; Biliy, pp. 13-17; Sebed, pág. 51).

Debe quedar perfectamente claro, por todo lo expuesto, que el ánimo que alentaba a los gobiernos soviéticos, era el de la destrucción física e ideológica de Makhno y la Makhnovina. Lenin y Trotsky pusieron un gran interés personal en el empeño. Lenin dio muestras de cierto cinismo cuando telegrafió a Kamenev y Rakovsky, y luego dirigió la misiva al gobierno soviético de Ukrania, en mayo de 1919, diciendo: «Indudablemente estaremos en peligro mientras no limpiemos pronto el Dombas. De momento, y hasta que Rostov sea ocupada, deberemos mostrarnos diplomáticos con las fuerzas de Makhno...» (Grazhdanskaya Voina, Vol. 2, pág. 16). Pero ya antes del ataque a Hulyai Polye, el 26 de noviembre de 1920, Lenin instó a Kakovsky a «mantener una observación minuciosa de todos los anarquistas y a preparar documentos de naturaleza criminal, tan pronto como fuera posible, sobre la base de que tales cargos puedan lanzarse contra ellos. Tales órdenes y documentos deberán ser secretos, y darse las instrucciones precisas al respecto» (Goneniya, pág. 24).

Sin necesidad de decir que esas instrucciones se referían tanto a los Makhnovinistas como a los anarquistas, cosa que probarían los acontecimientos, los anarquistas comenzaron a ser arrestados en Kharkiv durante las primeras horas del día 26 de noviembre, simultaneándose los arrestos con un ataque a gran escala del Ejército Rojo contra Hulyai Polye.
Como justificación ideológica, los bolcheviques alegaron que los kulaks eran la espina dorsal del movimiento Makhnovinista y de su ejército. Al mismo tiempo, Makhno fue acusado de seguir una política de «unidad de las aldeas», pagando poco a los kulaks e intentando reconciliar los intereses de éstos con los de los campesinos pobres y los de la clase media. Lo primero podía explicar los éxitos de Makhno; lo segundo, sus fallos. El sentido contradictorio de estas acusaciones puede verse a través de la lectura de un artículo aparecido en Izvestin el 6 de octubre de 1920: «La correspondencia que se nos envía desde el Comité del Don del RKP, contiene interesante información sobre el contexto y actividades de los destacamentos de la Makhnovina, los cuales se hallan presuntamente constituidos por kulaks, desertores y quienes se alistaron por sus actividades antisoviéticas, de siempre atraídos por los llamamientos revolucionarios anarquistas... Tenemos información oficial de que Makhno ha declarado, bajo presión de sus seguidores más pobres, su sumisión, ¿por cuánto tiempo?, al poder soviético y desea luchar contra Wrangel. Es muy posible que el ánimo de los propios campesinos de los destacamentos de Makhno haya vuelto sensato al propio Makhno...» (Izvestiya, 6-X-1920; Izvestiya, 6-VI-1919; Radyanske Budivnistvo, pág. 344; Kubanin, pp. 131-136). ¿De dónde, se pregunta uno, procedían los «más pobres seguidores de Makhno», si sus destacamentos estaban formados por kulaks y desertores? El artículo que nos ocupa resulta algo más que propagandístico, y los bolcheviques se encontraron con parecidas dificultades para calificar y situar las inclinaciones y actitudes de los campesinos de clase media. No puede olvidarse que fueron Lenin y Trotsky quienes diseñaron la política puesta luego en práctica, concienzudamente, por sus subordinados.

Los más graves desacuerdos surgieron entre la vuelta a Ukrania de los bolcheviques, a finales de 1918, y el cese de Antonov como comandante en jefe de todas las fuerzas rojas de Ukrania en junio de 1919. Empezaron las disputas
con el bombardeo de Antonov a su jefe, Vatsetis, con telegrama tras telegrama sobre asuntos importantes o no. Tuvo también Antonov disputas con Podvoisky, comisario para la alimentación; con Skachko, su directo subordinado militar y comandante del segundo ejército ukraniano durante la mayor parte de este período; con Dybenko, uno de los comandantes de la división de Skachko, y con los inmediatos subordinados de Dybenko, Makhno y Grigoriev (Antonov, Vol. 3, pág. 214; vol. 4, pág. 55-59-65-125). Habiendo sido comandante del Ejército Rojo, con resultados tan desastrosos frente a la invasión germana durante la primavera de 1918, Antonov se hallaba bajo una presión que le impedía obtener buenos resultados militares. Además, a un ejército rojo que a finales de 1918 sólo poseía de valor el nombre, se unía el hecho de que grandes fracciones del mismo, las de Grigoriev y Makhno, eran insurgentes primero, y Ejército Rojo después. Más aún, cuanto más bajo en el escalafón militar miraba él, incluso en las unidades regulares, más pronunciada se hacía su simpatía hacia los insurgentes. Es preciso recordar que gran parte de las unidades rojas estaban compuestas por aldeanos ukranianos. Cada comandante sentía que sus propias competencias estaban siendo puestas en tela de juicio por su superior en el escalafón militar, espiado y censurado por sus propios subordinados y por sus superiores. Antonov fue puesto en la posición política de ser responsable y superior de Makhno, aunque no operacionalmente. Ocurrió esto porque la posición estratégica y geográfica ocupada por Makhno motivaba su subordinación militar al frente del sur. Desgraciadamente, los suministros sólo podían llegarle a través del sector ukraniano. No fueron atendidas las amargas quejas que Antonov dirigió a su superior Vatsetis. Como era de esperar, a medida que la situación militar se hacía más incierta e iba empeorando, los desacuerdos y escaramuzas internas se incrementaban. Makhno sostenía un sector vital del frente y, en consecuencia, se hacía más y más importante su argumentación.

En mayo, L. B. Kamenov llegó a Ukrania como embajador plenipotenciario en un intento de arreglar los desórdenes y poner paz. La situación era tan mala, que cuando sostuvo sus primeras conversaciones con el gobierno soviético de Kiev, Kamenov se sintió obligado a resaltar que el acuerdo entre Antonov, Podvoisky y Kshlikter era necesario ante el gobierno, como base para llegar a obtener acuerdos con Grigoriev y Makhno. Kamenov vio a Dybenko en Simferopol. Este último se quejaba del pobre trabajo de la organización para los abastecimientos, pero dijo que en el futuro acataría las órdenes recibidas. Podvoisky admitió ante Kamenov que él no pretendía el control de las organizaciones de suministros de Dybenko, Makhno y Grigoriev, los cuales tuvieron siempre gran cantidad de alimentos. Cuando Kamenov preguntó al jefe de suministros de Dybenko por qué no tenía el control sobre sus subordinados, éste se encogió de hombros y exclamó: «Makhno es Makhno y uno no puede subordinarle». Tal vez la muestra más evidente de esta división en el liderazgo bolchevique hacia Makhno surgió a finales de abril, cuando Antonov visitó Hulyai Polye, con intención de comprobar el estado de cosas por sí mismo. Ya se ha expuesto que las relaciones entre Makhnovinistas y bolcheviques, por aquel entonces, eran ciertamente frías, y una campaña oficial de prensa se había desatado contra el movimiento insurgente. En su informe tras la visita, Antonov exponía: «El artículo de Izvestiya, del soviético Karkiv, del 25 de abril, que cuestiona los méritos de los guerrilleros de la Makhnovina, es la más pervertida ficción y no corresponde en lo más mínimo a la situación actual. Al comunicar esto, la administración se siente obligada a declarar que mientras los insurgentes se entregan por completo, con el mayor ardor, a la causa revolucionaria, luchando contra los blancos durante meses, alguien, en la retaguardia, ¿por qué no sabemos quién?, está propagando su infamante calumnia contra ellos. Tal actitud hacia los revolucionarios que han dado sus vidas por la causa popular, es, en sí, prueba de un trabajo de provocación» (Antonov, Vol. 4, pp. 113-114). O bien Antonov conocía esa campaña, lo cual no dice mucho en su favor ni en favor de su sinceridad, o tal vez no conocía en profundidad el tema, lo cual dice menos aún de su competencia.

El caso es que las divisiones, dentro de la organización bolchevique, dieron a Makhno y Grigoriev amplio margen de maniobra. Estas divisiones fueron acentuándose hasta deteriorar la relación entre las fuerzas, ya que los bolcheviques constituían un pequeño grupo, insuficiente, para influir sobre los insurgentes tanto en lo militar como en lo político. A comienzos de marzo, el comisario jefe de la brigada de Makhno informaba: «Entre los destacamentos Makhnovinistas existe una total falta de trabajo político. Los activistas políticos rehusan ir a trabajar a tales destacamentos, lo que conduce a un incremento del bandidaje y a una agitación organizada en contra de los judíos con malos tratos, etc. El trabajo político debe ser enérgicamente movilizado en los destacamentos de la Makhnovina. Además debe ejercerse el más estricto control sobre los comisarios regimentales, entre los que se ha apreciado con frecuencia embriaguez y libertinaje» (Grazhdanskaya Voina, Vol. 1, pág. 374). Trotsky también atacó la actitud de Antonov: «La revolución ha derivado a todo lo que se pueda obtener de los destacamentos insurgentes, y de aquí que esos destacamentos se conviertan en un peligro, en un desastre para la causa de la revolución. Pero el camarada Antonov lleva una lucha tenaz contra aquéllos que pretenden un cambio esencial» (Trotsky, Papers, Vol. 1, pág. 391).

El cambio radical en el equilibrio militar en los siguientes dieciocho meses quedó reflejado también en una mayor competencia militar y política por parte de las autoridades bolcheviques. El Ejército Rojo ukraniano había desaparecido a consecuencia del devastador avance de Denikin en el verano de 1919. Las órdenes llegaron de los cuarteles generales del RSFSR y fueron obedecidas. El gobierno soviético de Ukrania, desprovisto de muchos de sus poderes reales, siguiendo su insondable manera de obrar en la primera mitad de 1919, fue duramente castigado y siguió, con pequeñas resistencias, los designios de Moscú. Estos factores, al tiempo, contribuyeron a incrementar la presión sobre Makhno dándole un menor margen de maniobra. Los pocos desacuerdos habidos sólo sirvieron para poner de manifiesto la validez general del cambio. No debe olvidarse que, a veces, especialmente a comienzos de 1918, y durante el otoño e invierno de 1918-19, los comunistas y Makhnovinistas se llevaron bien. La ayuda práctica de 1.500 toneladas de trigo, tomadas a los blancos y enviadas al Norte en enero de 1919 para ayudar al abastecimiento de alimentos para Moscú y Petrogrado, fue muy, y públicamente, apreciada (Izvestiya, 9-2-1919; Archinov, pp. 92-93). El acuerdo de enero de 1919 fue firmado amistosamente, cubriendo sólo la cooperación militar. En consecuencia, los Makhnovinistas obedecerían las órdenes operacionales del mando del Ejército Rojo (Byelash, pp. 224-25; Archinov, pp. 94-95).

No obstante, e inevitablemente, si Makhno luchaba bien o mal, o se abstenía de luchar, era asunto tanto militar como político, a consecuencia de la importancia clave que tanto en vanguardia como en retaguardia tenía el control Makhnovinista. Además, los asuntos políticos en la línea de vanguardia, desde el punto de vista de cualquier gobierno, son considerados como sujetos a la disciplina militar. Como anarquista, Makhno rechazó instintivamente las limitaciones militares de sus actividades políticas Trotsky pudo haber hecho más amarga la disputa, pero prefirió quedar al margen. En más de una ocasión los bolcheviques ofrecieron repartir el poder con Makhno. Las negociaciones sobre el un día revolucionario comité, en Katerynoslav, en diciembre de 1918, son un ejemplo de ello.

Se dice que cuando atacó en profundidad al ejército blanco, tras haber renunciado al mando del Ejército Rojo en junio de 1919, hubo una invitación de las autoridades bolcheviques de Alexandrovsk para mandar todas las fuerzas soviéticas de la zona. Aun cuando esto sea probablemente cierto, dada la reputación militar de Makhno y la desorganización de las fuerzas rojas por aquel entonces, no existe confirmación de lo expuesto. En octubre de 1919, la organización local del partido bolchevique se dirigió a él sugiriéndole abandonara el poder político, manteniendo el militar. La respuesta de Makhno fue la de que se largaran con viento fresco y regresaran con proposiciones menos deshonestas. Makhno dejó clara constancia de que en Katerynoslav, la libertad imperante en todos los aspectos, y muy fundamentalmente en el aspecto de la expresión, era incompatible con la organización e imposición del poder político (Kubanin, pág. 78; Volin, pág. 162).

Algo más debe decirse en relación con las relaciones entre el Ejército Rojo y las fuerzas de la Makhnovina: existieron formas similares de organización. Una de ellas era la del Militar Revolucionario Soviético. En la Makhnovina, éste era el cuerpo nominal superior de ambas: las alas militar y civil de la Makhnovina. Ambas, y su sucesor, el soviet del Ejército Insurgente de Ukrania (Makhnovinista) estaban previstas para no ejercer un poder de iniciativa entre los consejos de soviets. De manera similar al RVS bolchevique, el control político y militar se hallaba combinado en un cuerpo, a fin de mantener la supremacía de las cuestiones políticas sobre las militares. Por la similitud de finalidad, para los Makhnovinistas, siempre en contacto estrecho con su soporte campesino, no había razón para temer la posibilidad de un golpe militar, que era la motivación principal de la introducción del sistema de comisariados en el Ejército Rojo y su incorporación a la estructura de mando.

Las reuniones iniciales entre la clase de tropa de ambas formaciones fueron amistosas siempre, y Archinov dice, sin que nadie lo haya desmentido, que en diciembre de 1920 se formó un destacamento especial con prisioneros liberados por los Makhnovinistas. Uno de los puntos del acuerdo de 1920 era el de que la Makhnovina no aceptaría en sus filas desertores del Ejército Rojo. Un autor bolchevique opina que éste era, precisamente, uno de los objetivos Makhnovinistas cuando se firmó el acuerdo. Un claro ejemplo de algo similar puede verse en la invitación a las unidades del Ejército Rojo para que enviaran representantes al infructuoso cuarto congreso del área, que tuvo lugar el 15 de junio de 1919 en Hulyai Polye.

Sin embargo, parecía práctica común la del fusilamiento de guerrilleros Makhnovinistas a partir de 1920. Efectivamente, los alegatos hechos al respecto no han sido desmentidos. Los propios makhnovinistas fusilaron, ciertamente, comisarios, chekistas y otros agentes de la represión, como opuestos a la clase de tropa movilizada.

Los relatos de atrocidades tienden a ser más frecuentes en recientes publicaciones comunistas, en oposición a la mejor calidad de los trabajos publicados en los años veinte, lo que no significa que la cantidad de tales trabajos fuera, por el contrario, escasa (Archinov, págs. 190, 221-227; Biliy, pág. 12).

Los Makhnovinistas sólo tuvieron comisarios cuando los bolcheviques los introdujeron, a comienzos de 1919 (Volin, pág. 108: Kubanin, pp. 167-170; Archinov, pág. 166). Las diferencias, en cuanto a perspectiva y organización se refiere, también quedan reflejadas en los diferentes conceptos políticos e ideológicos. La elección de comandantes, la actitud en torno a la disciplina militar y el alistamiento, la variedad en los informes, el tipo y empleo de armas y pertrechos, eran ejemplo de diferencias fundamentales de enfoque. La falta de especialistas militares era evidente según el estudio de los comandantes Makhnovinistas y los sublevados en Kronstadt en 1921, cosa que contrasta fuertemente con el gran número de oficiales zaristas empujados al Ejército Rojo, de quienes, tal vez, el más sorprendente fuera Zukhachevshi por su anterior fidelidad al Zar.

Makhno era un maestro de la guerrilla en todo terreno, por su forma de mover las tropas; pero, sin embargo, donde más a gusto se encontraba era en su zona de Hulyai Polye. Los hombres del Ejército Rojo empleados contra él durante las últimas etapas provenían de Ukrania pero, con frecuencia, habían sido engañados por cuanto los destacamentos ukranianos no gozaban de la confianza bolchevique, que temía se pasaran al bando contrario en un momento dado, como sucedió con ocasión de la revuelta de Nory Bug (7), en julio y agosto de 1919.

Los nacionalistas

La Historia, imparcial, recogerá el daño que Makhno infligió, a través de la terrible política de su propia norma personal, haciendo que todo dependiera de sí mismo, a la autoridad nacional ukraniana que no pudo establecer una base firme en su propio territorio, siendo por ello, él, una de las causas de la reciente servidumbre de Ukrania al poder central Moskovita (Onatski, pág. 968). Este es el punto de vista sostenido, hoy, por los exiliados ukranianos. Makhno es culpado de la pérdida del este de Ukrania en beneficio de los bolcheviques, especialmente en el período crucial, a fines de 1918, cuando Ias desmoralizadas tropas del poder central abandonaron el país, dejando un vacío de poder.

Antes de considerar las actividades de Makhno, con especial referencia a este período vital, deberíamos indicar las diferencias ideológicas que separaban a él y a la Makhnovina de los nacionalistas ukranianos. Como anarquista, Makhno no tenía tiempo para considerar la idea de una Ukrania independiente, cosa que preconizaban los nacionalistas, y en muchas ocasiones hizo propaganda en contra de ello: La Makhnovina consideraba que el Petliurismo era un movimiento de la pequeña burguesía nacionalista ukraniana, con el que los campesinos y revolucionarios no podían tener la menor relación. Ukrania debería caminar sobre las bases de la libertad del trabajo y la independencia de los trabajadores y campesinos de toda autoridad política. Entre el movimiento del pueblo trabajador, la Makhnovina, y el de la burguesía, la Petliurivschina, sólo podía existir rivalidad (Archinov, pág. 28).

En sus memorias, Makhno habla generalmente en forma despectiva de los nacionalistas, considerándolos chauvinistas. Condenó amargamente sus actividades en apoyo de los alemanes, durante la primavera de 1918, llamándolos «los recaderos de las fuerzas contrarrevolucionarias de los poderes centrales, que ocuparon el territorio revolucionario, los traidores que escondiéndose bajo la bandera del socialismo trajeron contra Ukrania, contra los trabajadores revolucionarios, a los todopoderosos jefes políticos cuya estima ansiaban» (Makhno, vol. I, pp. 210-211). Su opinión sobre Hetman era así de dura: “El verdugo ha montado el trono de la autocracia ukraniana y está planeando completar el asesinato de la revolución en Ukrania, que no terminó la Rada”. El Hetman estaba «arropado y sostenido por la escoria de los contrarrevolucionarios ukranianos y rusos por un lado, y por otro, por el régimen decrépito que componía el imperio germanoaustro-húngaro» (Makhno, vol. II, pág. 73).

Su punto de vista sobre el Directorio (8) era similar: « No sé exactamente qué tenía que ver Vynnychencko (9) en la conclusión de la alianza de la Rada Central con el imperio germano-austrohúngaro. Pero sé que Petliura, Ministro de la Guerra durante el ataque a Ukrania, avanzó con la vanguardia de las bandas Haidamak (10), tratando salvajemente a los campesinos o trabajadores de ideas revolucionarias, y sé también que Vynnychenko, uña y carne del propio Petliura, está ahora, en diciembre de 1918, estableciendo un nuevo gobierno en Ukrania. ¿Dónde, en verdad, os pregunto, camaradas, en las ciudades y aldeas revolucionarias de Ukrania pueden encontrarse trabajadores y luchadores lo suficientemente locos como para creer en el «socialismo» de este gobierno Petliura-Vynnychenko, o en el Directorio Ukraniano, como ellos mismos lo llaman? Se tiene un ejemplo en todos los gobiernos liberales, a veces en el poder en países republicanos, que pronto se convierten en soporte de los derechos de la burguesía, clase materialmente rica y provechosa para el gobierno» (Makhno, vol. III, pp. 154-55).

Esta actitud persistió durante 1919. Un pasaje del Proyecto-declaración, documento clave sobre la teoría política de la Makhnovina, editado primero en Alexandrovsk, en octubre de 1919, dice: «Al hablar de la independencia de Ukrania, no entendemos que el término signifique independencia nacional, una especie de autonomía de Petliura, sino, más bien, una independencia social y laboral, una independencia de los trabajadores y campesinos. Declaramos que el pueblo que trabaja en Ukrania, y en cualquier otra parte, tiene el derecho a la autodeterminación, pero no en el sentido nacionalista y burgués» (Archinov, pág. 204). La opinión de Archinov, compañero fiel de Makhno durante el período transcurrido entre la primavera de 1919 y comienzos de 1921, es igual de enfática.

A la par que Makhno hizo que quedase claro que no era nacionalista, hizo también que todos supieran que no era un chauvinista ruso, que no intentaría imponer una norma extraña y uniformizante al pueblo ukraniano. De una cosa estaba orgulloso: nunca se había referido a Ukrania en los términos despreciativos usados por los Zares: «Pequeña Rusia», o la «Rusia del Sur», de Denikin (Makhno, vol. lI, pág. 132).

Por otra parte, Makhno nunca dominó la lengua ukraniana. Es probable que hablara el dialecto de las aldeas, aun cuando esto también ha sido negado por escritores nacionalistas. Sus memorias fueron escritas en ruso, con una disculpa por el hecho de no disponerse de ellas en ukraniano, en las que revela cuan embarazoso resultó para él su retorno a Ukrania desde la Rusia soviética en julio de 1918, no pudiendo preguntar en ukraniano cuál era la situación (Makhno, vol. 1, pág. 6; Reshetar, pág. 250).

En octubre de 1919, cuando fue preguntado qué lengua debería ser la de la instrucción, replicó que «en interés del desarrollo espiritual del pueblo debería usarse aquella lengua que las gentes de la localidad, maestros, alumnos y padres, estuvieran libres y naturalmente inclinados a emplear» (Archinov, pág. 204). Al hablar así, Makhno pensaba en la campiña, en las zonas rurales, donde el predominio del ukraniano era abrumador. La situación en las ciudades no resultaba tan simple. Para él, bienvenida era la cultura ukraniana; pero el nacionalismo político era su enemigo. De todas formas, debe quedar claro que la mayor parte de la propaganda Makhnovinista superviviente está escrita en ruso. La excepción significativa la constituyen las nueve ediciones de un relato de Shlgakh do Voli, publicado en Katerynoslav en el otoño de 1919. La explicación es sencilla. Casi todos los relatos y panfletos fueron escritos, aparte de por el propio Makhno, por anarquistas cuya lengua nativa era el ruso, incluidos los anarquistas de la organización ukraniana Nabat, y casi todos provenían de las ciudades.

La primera señal de alguna influencia nacionalista en la Makhnovina viene de un autor bolchevique que escribió durante los años veinte. De acuerdo con él, hubo un fuerte auge temporal del sentimiento nacionalista durante la retirada a Uman, en agosto y septiembre de 1919, lo que no tuvo nada que ver con la llegada de los Makhnovinistas a la zona mucho más nacionalista de Ukrania, en el oeste, sino que fue más bien debido a Halyana, esposa de Makhno, que había sido maestra de escuela primaria en Hulyai Polye, y parece estar completamente confirmado que sentía ciertas simpatías hacia los nacionalistas, aunque ella no era seguidora declarada de ellos. Desde luego, en el exilio, se separó de Makhno tanto política como personalmente. Existe también una foto, lamentablemente sin fecha, del buró administrativo de Makhno en la que aparece Halyana, lo que significa una considerable influencia de ella dentro del movimiento (Teper, pág. 49; Mett, pág. 3).

Algunos escritores, tanto bolcheviques como nacionalistas, afirman que la Makhnovina se tornó chauvinista durante 1920 y 1921, según las cosas iban empeorando, lo que coincidía con la retirada a Uman. Aseveraciones tales como la de que «Batko Makhno está luchando por la liberación de Ukrania del yugo moscovita», significarían, en caso de confirmación, una creciente desesperanza de cara a la presión continuada de los bolcheviques, identificada con la presión rusa. Tal línea política no iba directamente en contra de lo que Makhno había, en principio, sostenido, y alguna duda arroja sobre el asunto el hecho de que no existe señal de tal uso del lenguaje en los panfletos supervivientes de la Makhnovina, de 1920, ni en los documentos firmados por los Mahnovinistas existe evidencia de cualquier cooperación con los insurgentes nacionalistas (Kubanin, págs. 165-166; Vyna, Zvyazky, pág. 18).

El único documento que presta alguna credencial retrospectiva de tales alegatos es un informe acerca de conversaciones habidas entre el mando Petliurista y Makhno, en Rumania, poco después de haberse exiliado. Se dice, en dicho documento, fechado a finales de 1921, y viniendo de fuentes nacionalistas, que «sus recientes apelaciones han subrayado, más o menos, sus simpatías por la creación de una Ukrania independiente... Ellos nada tenían en contra de nuestras aspiraciones (para cooperar contra los bolcheviques): 1.-Reconocimiento del Gobierno de la República Ukraniana; 2.-Subordinación de todos los destacamentos a nuestro mando; 3.-Las organizaciones y lemas del movimiento insurrecto tenían que unificarse con el propósito de lograr una insurrección» (L'Ukraine Sovietiste, pp. 124-125). De esto, nada salió. Uno sospecha que Makhno, aunque lo bastante desesperado como para mantener conversaciones, no lo estaba para ir tan lejos en los planes nacionalistas, incluso si la enfermedad y la ideología no hubieran sido factores limitadores.

Es sorprendente, a primera vista, comprobar qué poca influencia tuvieron los nacionalistas sobre los acontecimientos del territorio oeste de Ukrania durante 1917-1921, pero existen varias razones de ello: durante la mayor parte del siglo XIX, Kharkiv había sido un centro de cultura ukraniana, pero con el auge de la rusificación creció la importancia del oeste, especialmente hacia la Galitzia oriental, en donde Sviv se convirtió en su centro más dinámico bajo el dominio menos represivo, en el plano cultural, de los austríacos. Sólo hay que comparar la floreciente condición de los estudios ukranianos, en la universidad de Sviv, con las dificultades que hallaban los editores en la Ukrania de los Zares. Sin embargo, ello es indicativo de que el movimiento nacionalista fue ampliamente intelectual, aún cuando se esparciera por las ciudades y, en el oeste, por alguna de las aldeas. Sus agentes eran intelectuales, particularmente profesores, y, luego, las gentes de rango inferior en las fuerzas armadas, ya fueran comisionados o no. Muchos de los líderes «bandidos» del oeste durante la guerra civil, eran exoficiales o exprofesores, incluido Grigoriev. Es cierto que el propio Petliura procedía del este. Pero no había muchos otros con esa procedencia. En la primera parte de este siglo, por tanto, las tradiciones en el sudeste de Ukrania, patria chica de Makhno, no eran nacionalistas, sino, especialmente en esta región, las del pueblo campesino que se remontaban a la época del Sich Zaporizhtano (11).

En las elecciones para la Asamblea Constituyente, los partidos ukranianos iban tras las huellas de los del SR en las zonas rurales y de los bolcheviques en las ciudades. Los bolcheviques consideraban territorio este del país a las provincias de Kiyiv, Volyn Podol, Chernigov y Poltava, como Petliuristas, mientras que el área oeste, Katerynoslav, Kherson y Zaurida, eran consideradas Makhnovinistas. Kahrkiv era tierra de nadie. Kubanin, una de las principales autoridades bolchevíques de los años veinte, opina que la cuestión nacional apenas tuvo influencia en todo el movimiento Makhnovinista (Trotsky, Revoliutsiya, vol. III, pág. 1 y pág. 251). Esto constituye, por así decirlo, una hazaña, si se tiene en cuenta que las aldeas del este eran abrumadoramente ukranianas, más incluso que algunas de las antes citadas como provincias del territorio considerado este.

Por otra parte, las ciudades de la zona oeste nunca fueron territorio fructífero ni para los Makhnovinistas ni para los nacionalistas. Los bolcheviques se mantuvieron en Kharkiv, Katerynoslav y Alexandrovsk, y el Dombas permaneció inmutable pese a las violentas fluctuaciones del período de guerra civil.Decir que la actividad nacionalista fue mínima en el sudeste, no significa que no existiera. Durante 1917 hubo cierta agitación en la ciudad de Katerynoslav, y algunos campesinos en la región de Novomoskovsk se quejaron de las actividades desarrolladas por los nacionalistas.

Las memorias del propio Makhno dicen que incluso en Hulyai Polye, durante la segunda mitad de 1917, y en los comienzos de 1918, hubo un pequeño, pero de exacerbada actividad, grupo nacionalista.

Makhno, como único político de renombre y organizador capacitado, estuvo efectivamente en el mando hasta la llegada del Poder Central, pero tuvo, a veces, que luchar por ello. Se vio con un miembro ukraniano del SR durante una reunión sostenida para discutir los sucesos de julio en Petrogrado. Se aprobó una resolución en favor del alzamiento de Petrogrado, con una mención, de pasada, al de Kiyiv Rada. En el congreso provincial de las uniones campesinas, que tuvo lugar en Katerinoslav en diciembre de 1917, los nacionalistas de Selyanska Spilka eran una minoría, aunque no intimidada por la creciente influencia de los bolcheviques, anarquistas y los del SR que se hallaban en la ciudad (Vynar, Materialy, pág. 15; Makhno, vol. 1, pp. 46-48, 104-105).

A comienzos de 1918 la situación en Ukrania se hizo más confusa y Makhno apreció un incremento de la actividad de los agentes de la Rada en la región de Hulyai Polye, que coincidía con la interrupción del acercamiento de los nacionalistas a la izquierda. Una de las razones que hizo a Makhno mover sus tropas campesinas hacia Alexandrovsk fue la de ayudar a la coalición bolchevique-SR establecida allí, en previsión de que una Rada tomara la ciudad con ayuda de tropas cosacas en marcha hacia su territorio, el Don, procedentes del sudoeste. En Hulyai Polye, los propagandistas del nacionalismo fueron apeados violentamente de sus tribunas y golpeados por la población. A pesar de ello, Makhno tenía que apresurarse en la marcha desde Alexandrovsk para preparar sus actividades posteriores. Entre sus tropas se encontraban un rico judío y varios oficiales de baja graduación (Makhno, vol. 1, pp. 114-116, 147-148; Byelash, pág. 196).

A medida que las fuerzas de la Rada se aproximaban con sus aliados del Poder Central, los nacionalistas locales se hicieron más abiertos. En un mitin, tanto los que apoyaban a los anarquistas, como los que daban su apoyo a los nacionalistas, estaban divididos. Los nacionalistas eran incapaces de detener el avance de los batallones libremente formados de Makhno. El prestigio personal de Makhno era demasiado grande para ello, pero estaban en condiciones de sabotear con efectividad su retaguardia en Hulyai Polye, mientras trataban de enlazar con el mando de las fuerzas rojas en retirada. Makhno vio en ello un principio de traición y ajustó cuentas a alguno de los involucrados, cuando regresó a Hulyai Polye en el otoño de 1918. La traición, sin embargo, no alteró su confianza en la capacidad de lucha de los campesinos revolucionarios. Consideró que la compañía judía que se encontraba de guardia cuando los hechos, había sido engañada deliberadamente por intelectuales nacionalistas.

De aquí ha de quedar claro que las operaciones futuras, políticas o militares, entre nacionalistas y Makhnovinistas no habrían de ser probables. Aparte de unos pocos casos locales, que se considerarán luego, las relaciones entre ellos, desde el otoño de 1918, variaron entre la hostilidad manifiesta y la cuidadosa neutralidad, siendo ésta solamente permitida cuando redundaba en el interés de ambos. Tal ocasión surgió en noviembre y, a comienzos de diciembre de 1918, cuando Makhno, inseguro de la correlación ideológica y numérica de las fuerzas en Katerynoslav, envió a dos de sus más íntimos asociados, Chubemko y Migorodski, a investigar. Se hallaba preocupado por el posible establecimiento en el lugar de las fuerzas blancas, y quería conocer la potencia de los elementos revolucionarios de la ciudad. Aparte de un pequeño malentendido, fueron bien tratados por Horobyets, que ostentaba el poder en nombre del Directorio. Sin embargo, ellos comunicaron que tanto Horobyets como la mayor parte de sus hombres eran contrarrevolucionarios.

Makhno no disponía de fuerza suficiente, puesto que sólo había consolidado su posición contra las fuerzas ocupantes, para tomar, de inmediato, acción ninguna contra la ciudad, e incluso consideró oportuno estar de acuerdo con el Directorio en la ejecución de la orden de movilización en áreas bajo su control. A finales de diciembre, la situación había cambiado, y Makhno, aliado a los bolcheviques, se sintió lo suficientemente fuerte para llevar a cabo una ofensiva contra Horobyets. Incluso antes, un destacamento Petliurista había sido desmantelado en Alexandrovsk (Vynar, Materialy, pp. 18-19; Vynar, Zvyazky, pp. 15-16; Makhno, vol. III, pp. 167-176; Byelash, pp. 210-211).

De esta vacilación se hizo el eco el congreso del primer distrito soviético, que tuvo lugar en Velikaya Mikhailovka, al norte de Hulyai Polye, en enero de 1919, reunido para analizar las consecuencias de la ocupación por parte de los nacionalistas de Katerynoslav a finales de septiembre, de un lado, y de otro, los éxitos de los blancos sobre la Makhnovina en el sur.

Había entre la población civil un sentimiento definido en pro de que cesara la rivalidad fratricida entre Makhno y los nacionalistas. Los militares, incluyendo a Byelash, jefe de la administración de Makhno, y Chubenko, estaban a favor de una inmediata alianza militar en vanguardia con el Ejército Rojo, tanto en contra de los nacionalistas como de los blancos. Los militares, apoyados por Makhno, ganaron la partida, aun cuando el congreso enviara una delegación para hacer un llamamiento a todos, incluido Makhno, para un alto el fuego. También tenía por objeto tratar de persuadir a los reclutas de que desertaran de las fuerzas nacionalistas, o a no unirse a ellas. En el sur, en Tauride, la oposición a Makhno estaba casi en su totalidad compuesta por blancos (Byelash, pp. 222-224). En el otoño de 1919, se aprecian signos del deseo de Makhno de ver una Ukrania independiente controlada por los trabajadores y campesinos. Ante el ataque de Denikin, el cuartel general del Ejército Rojo decidió, por razones estratégicas, abandonar Ukrania. Por desgracia, la retirada no fue posible a todas las unidades rojas, en especial a quienes la intentaron en el litoral del Mar Negro, por el oeste. Las unidades que se retiraban de Crimea se vieron acorraladas por los blancos y los Makhnovistas. Muchos de ellos eran ukranianos, y para aquéllos que deseaban continuar la lucha, Makhno ejercía una irresistible atracción. De aquí la opinión errónea de que en tales circunstancias los Denikinistas habrían luchado junto a la Makhnovina. Pero los Makhnovinistas gritaban: «Todo el que aprecia la libertad y la independencia, debe permanecer en Ukrania y luchar contra Denikin» (Naida, vol. IV, pág. 218).

Es necesario recordar que Petliura no hizo la guerra al tiempo que Denikin. Se produjo un acuerdo temporal entre Makhnovinistas y nacionalistas cuando ambos hicieron frente a las tropas blancas de Denikin, cerca de Uman, en septiembre de 1919. Ambos se dieron cuenta de que era imposible luchar contra dos enemigos al mismo tiempo, y acordaron la tregua. Pero para los dos bandos sólo se trataba de un acuerdo táctico, puestos que su hostilidad ideológica continuaba. Los Makhnovinistas imprimieron un panfleto anti Petliura, y se ha alegado que Makhno estaba preparando un complot para asesinar al líder Grigoriev a finales de julio. Makhno escapó del acuerdo tan pronto como pudo, tras su victoria sobre los blancos en Peregonovka, cerca de Uman, a finales de septiembre. Una forma manipulada de arreglo apareció en los periódicos de Moscú a finales de octubre (ellos no tenían medios de comunicación directa con Ukrania), y Makhno y Petliura fueron presentados como aliados.

La tregua tuvo un importante efecto colateral; de acuerdo con los términos del acuerdo, los ocho mil, más o menos, Makhnovinistas heridos tenían que ser cuidados en Uman y otros hospitales bajo control de Petliura. Su abandono capacitó a Makhno para emprender la increíble cabalgada a través de la retaguardia de Denikin tras la batalla de Peregonovka. Aquellos heridos tuvieron más suerte que los que fueron dejados atrás cuando el abandono de Katerynoslav en diciembre. El general blanco Slaschov les ahorcó y dejó colgados para la pública visión (Archinov, pp. 137-138; Vynar, Zvyazky, pp. 16-17; Pravda, octubre 15 y 30 de 1919; Izvestiya, nov. 1, 1919; Teper, pág. 51; Arbatov, pág. 99). Durante la primera ocupación de Katerynoslav por los Makhnovinistas, en octubre-noviembre de 1919, uno de los destacamentos locales insurgentes, al mando de Dyakivski, recibió armas y munición de Makhno. Dyakivski era considerado como Petliurista, pero se llamaba a sí mismo miembro del Ejército Ukraniano del Pueblo. Cuando se produjo el estallido del contraataque blanco desde Pyatikhatka hacia el oeste, Dyakivski rehusó hacer la cobertura del flanco que se esperaba ocupase, dejando a la Makhnovina expuesta al ataque, y obligándoles a abandonar la ciudad. Había muchos destacamentos Petliuristas operando en la región de Novomoskovsk, al norte de la ciudad. Los de Kyakivski, en Kamenskoe, eran los más próximos.

No sorprende que uno de los comunistas locales informara que: «La actitud Makhnovinista hacia el movimiento de Petliura, es de desconfianza y hostilidad» (Konevets, pág. 90; Miroshevski, pág. 199; Vynar, Zvyazky, pág. 17).

Poco después, Volin, uno de los líderes anarquistas que se unió a la Makhnovina durante 1919, fue enviado a Krivij Kih para oponerse a la influencia nacionalista habida entre los insurgentes de allí. Sin embargo, durante el trayecto enfermó de tifus, ya que había una epidemia, y fue capturado por soldados del Ejército Rojo que le llevaron preso a Moscú (Volin, Razyasneniye, pp. 4-7).

En 1920 la lucha había decrecido considerablemente. Un bolchevique cuenta que «hubo casos de Makhnovinistas que dieron armas a los Petliuristas, cuando aquéllos tenían de sobra, como ocurrió en las provincias de Chernigov, Kiyiv, Poltava y Kherson, cuando los destacamentos de la Makhnovina andaban por aquellas zonas» (Kubanin, pág. 111). La ausencia de lazos formales con el mando de Petliura es poco sorprendente, y está confirmada por el Ministro del Directorio para Asuntos Extranjeros, que se hallaba en contacto con Wrangel: «En cuanto a las relaciones del presidente del Directorio de Makhno, no ha habido nada que constatar, puesto que no tenemos información clara ni de la composición de su ejército, ni de dónde se encuentra el propio Makhno, ni del punto de partida de sus actividades militares. El comandante en Jefe, del Ejército UNR, tiene la esperanza de conseguir alguna información sobre Makhno, de los representantes por ellos enviados al ejército del general Wrangel» (Grazhdanskaya Voina, vol. III, pág. 410). Esto ocurría no mucho después de que los Makhnovinistas hubieran colgado al emisario que les fue enviado. De lo expuesto se deduce que los Maknovinistas, ante la presión ejercida por el Ejército Rojo, y el hecho de que la región de Hulyai Polye-Orekhovo era el centro de lucha contra los blancos, anduvieron errantes durante el verano de 1920, lo que les llevó a entrar en contacto con diversos grupos. En 1920 era menos verosímil que estos grupos reconocieran la suprema autoridad de Petliura, tanto por la distancia, como porque el ímpetu de los nacionalistas había venido decreciendo desde la reentrada de los bolcheviques en Ukrania a finales de 1919. En la región de Reshetylyka, cerca de Poltava, un comando del Ejército Rojo se cruzó con simpatizantes Makhnovinistas y Petliuristas. Un poco antes de esto, precisamente antes que la delegación de Wrangel, una delegación de una organización nacionalista clandestina, había sido recibida pero, lamentablemente, ni el momento, lugar y nombres, han sido revelados. Alguna de las más pequeñas bandas de nacionalistas se unieron a Makhno, mereciéndose destacar a la de Matveenko, con trescientos hombres, de la región de Novomoskovsk. Cerca de Zinkiv, en la provincia de Poltava, en agosto de 1920, Butavetski, a la cabeza de un destacamento de quinientos o seiscientos hombres, se unió a Makhno, aun cuando las fuerzas rojas dispersaran a estos hombres poco después. Es de reseñar que estos hombres son descritos por un anarquista que luego se haría bolchevique, como formaciones regulares más que insurgentes, máxime si se tiene en cuenta que en tales formaciones había gentes que habían sido oficiales de Petliura, con una experiencia militar considerable (Sabed, pág. 44; Romanchenko, pág. 124; Teper, pág. 20; Biliy, pág. 12).

Antes de evaluar en mayor amplitud las relaciones de Makhno, tanto con los bolcheviques como con los nacionalistas, vale la pena decir algo sobre la Borotbistia. En principio, hay evidencia de que colaboraron con Makhno cuando se produjeron las ocupaciones de Katerynoslav, en octubre-diciembre de 1919. En segundo lugar, sus razones para obrar así eran diferentes a las de nacionalistas y bolcheviques. Aporta luz a la discusión sobre Makhno y sus relaciones con los nacionalistas lo que se expone a continuación: Su nombre se derivó del papel jugado por el ukraniano Borotba, nombre del que se apoderó el ala izquierda del partido en el verano de 1918, formalizando una fracción en un congreso ilegal celebrado en mayo de 1918, que rompió al partido en fracciones de izquierda, derecha y centro. El desacuerdo fundamental giraba en torno a si la lucha por la independencia nacional debiera ser prioritaria a la ejecución de las reformas económicas y sociales. Simpatizaban con los bolcheviques, pero desconfiaban de las tendencias centralizadores de éstos. Preconizaban una República Socialista independiente para Ukrania, incluyendo un ejército ukraniano autónomo, tal como había existido en el Ejército Rojo hasta su abolición en junio de 1919. «Su deseo no era el de fraccionar las fuerzas revolucionarias, sino que anhelaban una alianza de los ejércitos ruso y ukraniano, que estuvieron, sin embargo étnica y culturalmente, así como en el aspecto organizativo, separados» (Boys, pág. 258).

Después de junio de 1919 los bolcheviques se opusieron a la organización, y la Borotbistia, que estuvo unida durante un corto período de tiempo al gobierno soviético de Ukrania, en mayo de 1919, andaba por el otoño buscando fuerzas armadas para incrementar su escaso número de insurgentes. Makhno era uno de los pocos líderes militares de Ukrania que, siendo revolucionario, no era ni nacionalista ni centralista. En los primeros meses de 1919, durante el vacío de poder que siguió a la apresurada retirada nacionalista, alguno de los de la Borotbistia organizaron un Comité Revolucionario Central en Znamenka (Skaba, vol. II, pág. 68; Majstrenko, pp. 112-19). Este cuerpo tenía definidas las pretensiones de ser un Gobierno Soviético Ukraniano, pero resultó emparedado por las fuerzas de Grigoriev y la vanguardia del Ejército Rojo. Grigoriev, por aquél entonces, simpatizaba con las aspiraciones del Tsentrrevkom, pero, a principios de febrero, decidió subordinarse al gobierno de Kahrkiv en términos similares a los aceptados por Makhno pocos días antes. En consecuencia, el Tsentrrevkom (Comité Revolucionario Central) desapareció y la Borotbistia local se vio desencantada de manera creciente con el aumento de los sentimientos antijudíos y antibolcheviques que animaban la política de Grigoriev.

En los comienzos del mes de marzo, la Borotbistia intentó unirse al gobierno de Kharkiv, pero sólo en mayo, cuando éstos fueron renovados, tras las revuelta de Grigoriev, aceptaron los hasta entonces desconfiados bolcheviques. Uno de la Borotbistia, Yakovlev, fue nombrado jefe de la cheka. Aún así, los bolcheviques no estaban completamente satisfechos, si bien no podían elegir por ser tiempos críticos. A la sazón, se preparó en Moscú un anteproyecto a fin de liquidar a la Borotbistia. Trotsky se hallaba irritado en extremo por los sentimientos independentistas de que hacían gala, cosa que a él le parecía «de carácter parroquial». Para hacer más enfáticos sus puntos de vista, la Borotbistia, al unirse a los socialdemócratas ukranianos, que luego incluyeron a Nynnyechenko, cesaron al SR de su pequeño partido, constituyéndose en agosto de 1919 el Partido Comunista Ukraniano (Borotbistia). (Kubanin, pág. 73; Majstrenko, pp. 126-2, 136138).

La primera noticia que se tiene de la actividad militar de la Borotbistia en la región de Katerynoslav, surge a finales de octubre de 1918, cuando entre las fuerzas insurgentes del Kolos bolchevique en la zona de unión de Sinelnikov, al norte de Hulyai Polye, se hallaban tres grupos de Borotbistas provinientes de la ribera derecha del río Dnieper, y otros que procedían de la orilla izquierda. El jefe de la oficina administrativa del Kolos era un Borotbistista. Los bolcheviques les incorporaron a las fuerzas insurgentes tan pronto como les fue posible (Iz Istorii, pág. 57; Majstrenko, pág. 226). Después, cuando puede considerárseles activos, la situación política había cambiado tras la desaparición del gobierno soviético ukraniano, al que se habían adherido en mayo de 1919. Más tarde puede apreciarse cómo unos pocos insurgentes Borotbistas emprenden una nueva construcción de un Ejército Rojo ukraniano. Un informe bolchevique clandestino dice: «El 26 de septiembre de 1919 hubo un congreso bajo la iniciativa de un grupo de revolucionarios, al viejo estilo, en la región de Novomoskovsk. Con la influencia de elementos separatistas, por ejemplo la Borotbistia, se adoptó una resolución sobre el establecimiento de un bloque socialista de todos los partidos de izquierda, incluyendo a los Petliuristas, con el objetivo de luchar contra los blancos. El congreso eligió a un comité revolucionario que era mitad Petliurista y mitad Makhnovinista» (Majstrenko, pág. 152).

Las actividades de la Borobistia irritaron tanto a los bolcheviques locales como a los de Moscú. Aun cuando un autor bolchevique opina que este congreso finalizó con la aprobación de una ponencia bolchevique, del texto original se desprende que los líderes eran, tras la retirada bolchevique de Ukrania, los Borotbistas, los nacionalistas, y algunos Makhnovinistas. La Borotbistia era la fuera más considerable en la provincia de Poltava. Los Makhnovinistas que allí quedaban eran los que no se habían retirado hacia Uman tras la derrota frente a las tropas blancas en el mes de junio.

Después de la ocupación de Katerynoslav, por parte de la Makhnovina, apareció una organización Borotbista que de inmediato inició conversaciones cerca de los Makhnovinistas de cara a una colaboración. Como resultado de estas conversaciones, todos los destacamentos Borotbistas de la provincia de Katerynoslav quedaron bajo el mando operacional de Makhno. Algunos autores bolcheviques afirman que no todos los Borotbistas estaban de acuerdo en ello. La conferencia pro-unificación se celebró a mediados de noviembre de 1919. Un escritor llegó a decir que la Borotbistia editó el “Slyakh do Voli”, equivalente ukraniano del periódico Makhnovinista escrito en lengua rusa “Piut K Svobodye”, razonando que el periódico Makhnovinista se aproximaba más a sus puntos de vista. No hay evidencias que apoyen tal aseveración. Majstrenko, un Borotbista de la provincia de Poltava, que más tarde editó un libro sobre el movimiento, dice que la Borotbistia tenía un periódico titulado “Ukrainskyi Proletar”, editado en Katerynoslav por Sisovyk, miembro del directorio Borotbista.

El acuerdo Makhnovina-Borotbistia era concreto: «Es necesario combinar las unidades partisanas al objeto de organizar un Ejército Insurrecto Independiente con objeto de desbaratar la línea dictatorial del Partido Comunista Ruso» (Majstrenko, pág. 175; Kim, pág. 197). Poca cosa salió de esto, a consecuencia del declive militar de Makhno; pero la importancia que cada parte otorgó al asunto puede deducirse del hecho de que el acuerdo fuera firmado por Volin, presidente del RVS, y Chubenko, adjunto de Makhno, de una parte, mientras que Sisovyk, Hrudnitski y Matyask firmaron por la Borotbistia. Matyash era un comandante militar que había formado parte del ejército Makhnovinista en virtud del acuerdo. Los bolcheviques se hallaban molestos en extremo por el comportamiento de los Borotbistas, a quienes consideraban viciados por el nacionalismo. Se ha dicho que había una orden secreta de Trotsky, entonces, en el sentido de que «todos los intentos de cualquier grupo político ukraniano para encontrar apoyo entre las unidades insurgentes, o hacer de éstas un ejército separado, deben ser tildados de sabotaje y traición militar a la República Soviética de Ukrania» (Majstrenko, pág. 181). Los Borotbistas fueron, además, acusados de hacer un juego doble; dispuestos a negociar con los bolcheviques o los Makhnovinistas, según les conviniera. Alguien dijo: «Al mismo tiempo que los Borotbistas proponían colaborar con nosotros, firmaban un acuerdo con la Makhnovina. En general, su actividad era lo bastante falsa y carente de escrúpulos» (Konevets, pág. 91).

Luego del fracaso militar Makhnovinista, la Borotbistia, a pesar de los ataques bolcheviques, entró en el gobierno provisional de Ukrania. El objetivo bolchevique era el de desembarazarse de la Borotbistia, convirtiéndola en un partido escindido, y destruir así cualquier posibilidad de constitución de un Partido Comunista Ukraniano separado, con poder significativo, tras la autodisolución del Partido Comunista de Ukrania (bolchevique), en octubre de 1919. Esto tenía que ser llevado a cabo merced a «la catequización de los mejores elementos a integrar en nuestras filas, y dar su merecido a los Makhnovinistas y Petliuristas de las filas Borotbistas» (Trotsky, Papers, pág. 791; Majstrenko, pág. 156). La fusión tuvo lugar en marzo de 1920, pero al mes siguiente, un directivo del Partido Comunista Ruso, aún encontró necesario urgir una purga de los aventureros, faltos de escrúpulos, compañeros de viaje, elementos demagógicos, Makhnovinistas y oportunistas (Majstrenko, pág. 214). El Partido Comunista Ukraniano (Borotbistia), formado en agosto de 1919, continuó existiendo hasta 1925, integrado por el 20% de los Borotbistas que rehusaron unirse al Partido Comunista Ruso (Majstrenko, pág. 196). Sería interesante especular con lo que podría haber ocurrido si el avance de los bolcheviques hacia el sur, a finales de 1919, se hubiera demorado unas pocas semanas.

Conclusión

El lector habrá notado que he hablado poco acerca de la ideología de Makhno, y menos de las de sus enemigos, lo que ha sido hecho de manera deliberada en un intento de investigar la verdad de los hechos, llegando más allá de los muchos y conflictivos estratos de distorsión y leyenda que flotan a su alrededor. Habiendo hecho esto, es posible extraer algunas conclusiones, aún cuando éstas sean más controvertidas que el artículo en sí.

No puede asegurarse que durante la mayor parte de la guerra civil Makhno estuviera en constante movimiento. Donde otros, los rojos o los blancos, se expandían o replegaban a partir de un área determinada, la región Makhnovinista propiamente dicha, raramente estuvo en paz a partir de principios de 1918. Esto no sólo hace más difícil el seguimiento de sus movimientos militares, sino que también indica que muchas decisiones estratégicas y políticas fueron tomadas a tenor de los acontecimientos.

De aquí se deducen dos interrogantes: primero, ¿cuán consistente era Makhno desde el punto de vista político?; segundo, ¿hasta qué punto son justificadas las acusaciones más corrientes de traición e inconsciencia? Una amplia y completa respuesta de la primera interrogante va más allá del propósito de este artículo, pero no hay duda de que Makhno era un anarquista convencido que trataba de poner en práctica sus ideas anarco-comunistas, tanto a nivel militar como civil. Para responder a la segunda pregunta deben recogerse dos componentes vitales de su filosofía. Uno era el internacionalista, en consecuencia opuesto al nacionalismo o a cualquier discriminación contra nacionalidades particulares, tales como los judíos; el otro, se apoya en la necesidad de una revolución que derribara a los explotadores, y de ahí, que condujera a la autogestión de la sociedad sobre una base federalista, sin necesidad de gobierno.

Dado que hubo cinco agrupaciones políticas luchando por el control de Ukrania durante la guerra civil: Makhnovinistas, Bolcheviques, Nacionalistas, Blancos y Borotbistas, aparte de los grupos insurgentes locales que pretendían el control de sus propias localidades, como los «Verdes», seguidores de Ataman Zaleny, cuyo nombre significa verde, y cuya área de operaciones se encontraba en torno a Kiev, en la región de Poltava, era inevitable que cada agrupación buscara posibles aliados. Debemos recordar que la inevitabilidad de los acontecimientos lo era vista a posteriori, pero no estaba clara la razón. La victoria bolchevique no fue evidente ni en los primeros momentos, cuando ellos llegaron a considerarse como los más fuertes contendientes. La absoluta imposibilidad de reconciliación limitó considerablemente las alianzas. Para los Makhnovinistas, la alianza con los Borotbistas era deseable; con los bolcheviques, posible; con los nacionalistas, en una ocasión determinada, concebible; con los blancos, imposible.

Para los Borotbistas, bien los Makhnovinistas, o bien los bolcheviques, podían ser aliados; los nacionalistas constituían una posibilidad; los blancos, jamás. Los bolcheviques nunca colaborarían con los nacionalistas o los blancos, mientras existía la posibilidad de que lo hicieran los nacionalistas o los blancos, entre sí.

En cada caso existen consideraciones ideológicas definidas. Para los Makhnovinistas, Borotbistas y Bolcheviques, el llamamiento se dirigió a los trabajadores y campesinos; los blancos, a los elementos conservadores. Ninguna colaboración fue posible entre los extremos, en tanto que la alianza entre los nacionalistas y cualquier extremo fue precaria y de corta duración. Incluso dentro de la misma izquierda, las diferencias eran profundas; en especial, entre Makhnovinistas y Bolcheviques.

Las acusaciones generalizadas de traición a la clase o a la nación necesitan ser examinadas muy cuidadosamente a la luz de estas diferencias ideológicas fundamentales, para, si los fines son tan diferentes, que sea más difícil probar que las deserciones o las alianzas de corta duración, o los extremismos radicales, fueron conscientemente maquiavélicos. Es cierto que los contendientes perdieron mucha de su inicial ingenuidad, pero sólo entre los Bolcheviques y Makhnovinistas es posible argüir cinismo. Tal vez si los nacionalistas y los blancos hubieran llegado a términos similares, durante cualquier lapso de tiempo, una queja similar podría haberse hecho.

Evidentemente, el argumento de los nacionalistas acerca de la traición de Makhno con entrega de la región oeste a los Bolcheviques, a finales de 1918, no resiste un análisis. Era bien sabido que Makhno no era nacionalista y que prefería a los Bolcheviques por su ideal revolucionario. Los Makhnovinistas y los Bolcheviques tenían en común su internacionalismo y ambos deseaban, más que nada, la derrota de los blancos. Para los nacionalistas esto no era prioritario.

Es cierto que los Bolcheviques utilizaron a los Makhnovinistas cuando les convino, y les dieron la espalda y hostigaron cuando los blancos fueron derrotados. En esto estriba, sin duda, una buena dosis del cinismo Bolchevique y de
la ingenuidad Makhnovinista.

Habiendo intentado establecer una información histórica, considero que el lector debe hacer su propio juicio.

 

M. Malet

En “Historia Libertaria”, números 4 y 5, 1979

Traducción al castellano: J. L. Moreno Ruiz y J. L. Moreno Gutiérrez.

 

Notas:

(1) El régimen de Hetman Skoropadsky se estableció en 1919 como una satrapía, por la invasión de los ejércitos prusianos. Su espíritu era tradicional, autoritario y antisocialista.
(2) El tachanki era una pequeña carreta de dos ruedas arrastrada por caballería, en la que se montaba la pieza de artillería. Constituía la clave táctica para la movilización de la Makhnovina y su potencia bélica.
(3) Los Petliuristas eran seguidores de Simón Petliura, nacionalista ukraniano, principal líder de las fuerzas armadas de la República Nacional de Ukrania, y uno de los principios integrantes de su órgano ejecutivo: El Directorio.
(4) Nikofor Grigoriev, amigo íntimo de Makhno, acreditado líder guerrillero, oficial del Ejército Zarista que había apoyado a Petliura contra Skoropadsky, pero que se unió a los bolcheviques cuando estos invadieron Ukrania en febrero de 1919. El Ejército Rojo, preocupado por tal apoyo, lo envió al frente rumano. El rehusó obedecer y trató de obtener una alianza con Makhno, pero éste le acusó de contrarevolucionario y le mató en un mitin público, integrando las fuerzas de Grigoriev a su propio comando.
(5) Rada Central: Fue desde marzo de 1917 hasta abril de 1918, «El Consejo Central de Ukrania», y su primer gobierno. La palabra «Rada», es en ukraniano el equivalente a la palabra rusa «soviet». Se componía tal movimiento de pequeños burgueses de inspiración demócrata, intelectuales nacionalistas y clase media campesina. La masa campesina, los soldados y el proletariado urbano no se hallaban representados por el movimiento en cuestión.
(6) Nabat Anarquistas. Sa Nabat (Tocsin). Confederación de Organizaciones Anarquistas de Ukrania. Cuarteles generales en Kharkhiv, y órgano principal en Kursh, así como centros en Kiev, Odessa y Ekaterinoslav. Sus miembros más destacados fueron Volin, Archinov y Aron Saron. La Sa Nabat sirvió como portador ideológico de la Makhnovina.
(7) Revuelta de Nory Bug: Tras la derrota de las tropas blancas de Denikin en el sur, junto al río Bug, aproximadamente 3.000 ukranianos se unieron en retirada con otros tantos desertores del Ejército Rojo.
(8) El Directorio, creado con el gobierno de Petliura, se estableció en diciembre de 1918, después del derrocamiento de Skoropadsky.
(9) Vynnychenko: Prominente novelista y dramaturgo. Fue uno de los líderes de la Rada Central y cabeza del Directorio. Separado de éste en 1919, se convirtió después en figura clave del Partido Comunista de Ukrania.
(10) Bandas Haidamak: Bandas de campesinos nacionalistas ukranianos apoyadas por la Iglesia.
(11) Sich Zaporizhtano: Plaza fuerte de los cosacos, que eran guerreros típicos de los siglos XVIII y XIX.


Return to The Nestor Makhno Archive

Other pages connected to this site:

Anarchist Groups & Organizations

An Anarchist Reader